El 9 de noviembre de 2016 la candidata demócrata a la presidencia de los EE.UU., Hillary Clinton, llamó a su rival republicano, Donald Trump, para admitir su derrota en las elecciones presidenciales de ese año. Trump, un polémico millonario que provenía de fuera del Partido Republicano, llegaba así a la Casa Blanca tras una campaña electoral en la que fue sorprendiendo a propios y extraños. Su discurso marcadamente proteccionista iba dirigido a la América más profunda, a la que no vive en las costas, un electorado que durante años se había sentido abandonado y con el que Trump supo conectar. Su victoria puso fín a las aspiraciones de Hillary Clinton, que de ganar se hubiera convertido en la primera mujer en presidir el país más poderoso del planeta.