Bienvenid@s a un bosque habitado por una especie de tratado medieval de carpintería.
Un libro importante, con dibujitos hechos a mano que ilustran todo desde el principio y hasta el final, cómo se construyen los haberes más esenciales de la vida cotidiana, y cómo hacer un@ mism@, por ejemplo, una rueca y otros útiles textiles, unos zuecos, juguetes e instrumentos y todas las técnicas y procedimientos. Dice su autor, Ignacio Abella, que en principio fue la madera, materia madre, porque el árbol y la selva son una misma raíz bajo la tierra.
Sí, hoy nos habita un bosque-libro que recoge el avance del aprendizaje humano, ése que depende del desarrollo personal e íntegro del individuo con sus necesidades y sus habilidades. Un bosque de Ubuntu entre los aprendices y los maestros, para los que la transmisión de conocimiento iba mucho más allá del principio del oficio plantando sus propios árboles de aprovechamiento y llegaba hasta la filosofía misma de la vida que nos hacía ser respetuos@s con el bosque protector y nos convertía en individuos libres de autogestión y sostenibilidad.
Y así entrevistamos al Cronista de los Árboles, Ignacio Abella sobre su libro “El hombre y la madera”, que escribió hace mucho pero que sigue reeditándose en RBA, porque en él recoge todo el saber y sabiduría de l@s maestr@s que le fueron instruyendo y convirtiendo en amante de los árboles, de los huertos y de los oficios que tienen que ver con la inteligencia de las manos. Entonces conoceremos el camino de conocimiento de los paisanos ancestrales, de los “compagnons” franceses, y el del sentido común que nos lleva a fabricar en primer lugar nuestras herramientas para el camino de la vida…. Nos acompañan en este viaje al centro mismo del árbol y del corazón humano Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca, Fernando Fueyo y todas las maestras y maestros ancestrales que en el mundo cuerdo han sido, mecidos por las canciones de Pasajero.
Así que hunde tus raíces hasta lo más profundo de la existencia arbórea, haz recorrer la savia renovada del pasado y del presente y respira hondo… porque estás entrando en territorio habitado por la madera y el hombre, pero… territorio conmovido… ¡Arriba las ramas!