Los primeros domingos de cada mes los dedicamos a autores insignes para el repertorio organístico ibérico de todos los tiempos. Empleamos los tres primeros domingos a la obra para órgano del más grande organista español de todos los tiempos: Antonio de Cabezón. Tras celebrar el domingo del día 1 de enero a la fiesta de Año nuevo, dedicaremos los tres programas que siguen, correspondientes a los tres primeros domingos de febrero, marzo y abril a la figura de Don Miguel Hilarión Eslava y Elizondo (1807-1878), conocido comúnmente como Hilarión Eslava.
No cabe duda de que Eslava es el motor de la música española de hacia la mediación del siglo XIX y décadas siguientes, lo que se enmarcaría, más o menos, en el periodo musical que se abraza a lo romántico, llamado romanticismo. Su figura fue “rompedora” y altamente valorada en la época y muy estimada por las siguientes generaciones de músicos y estudiosos españoles, organistas y Maestros de capilla, diríamos hasta la Guerra Civil. Después cae en el olvido y hasta en algunos sectores en el vilipendio, cuando su música aún sigue usándose en muchas iglesias españolas. Nuestra intención es revalorizar esta figura para el mundo del órgano: desde la razón, pero con cierta dosis de corazón.
En este primer programa dedicado a Hilarión Eslava nos centraremos en el panorama músico-organístico que se encontró Don Hilarión en su periodo formativo y primeros años de ejercicio en Pamplona, hasta que se desplaza como Maestro Capilla a El Burgo de Osma (1828), momento en el que aproximadamente se cierra el ciclo de los “viejos” organistas de la tradición barroca en la época del clasicismo: desde Félix Máximo López y José Lidón, muertos respectivamente en 1821 y 1827, hasta Ramón Ferreñac y Francisco Cabo, finados ambos en 1832: recorreremos los primeros años de Don Hilarión y escucharemos la música de órgano (y otras) de la época.