Acompaño a un médico forense del instituto de medicina legal de Sevilla, el único que tiene funcionando un servicio de psiquiatría forense en toda España, y a una jueza a su visita rutinaria por las áreas de psiquiatría de los hospitales de la ciudad para comprobar si los internamientos involuntarios de personas con problemas psiquiátricos se han hecho adecuadamente. Es algo rutinario que se hace durante las siguientes 48 horas al internamiento porque lo habitual es confirmar que esas personas cuando fueron internadas no estaban capacitadas para decidir por sí mismas. Pero también sirve para ver en qué casos se puede determinar, a posteriori, si es necesario y pertinaz que se haga un tratamiento involuntario de la medicación que necesite el enfermo para evitar, en la medida de lo posible, este tipo de internamientos que conllevan una estigmatización de la persona.
Me paso toda la mañana con ellos, de hospital a hospital, y en algunos los pacientes sí aceptan que grabe la entrevista que tienen con la jueza y el médico forense. Escucho simplemente para comprender qué realidades son las que viven estas personas. El psiquiatra forense hace su diagnóstico y la jueza revisa cada caso además de hacer las preguntas pertinentes.
Uno de los chicos que escuchamos tiene 18 años, está estudiando, y cree que todos le espían en sus juegos online. Es consciente de que tiene que tomarse su medicación pero como en la mayoría de las historias que escuchamos, y cómo me comenta el psiquiatra, "no tiene conciencia de enfermedad". Muchos, afirma, "son pacientes de puerta giratoria " que entran y salen constantemente del hospital porque tienen brotes incontrolados, no se toman la medicación".
Hoy hemos podido comprobar cómo desde la justicia se preservan los derechos de los ciudadanos con problemas psiquiátricos agudos que son ingresados sin su consentimiento pero de urgencia porque están con un brote psicótico que requiere de atención hospitalaria. Son personas que pueden ser peligrosas para sí mismas o para otras personas. A menudo, son los familiares los que llaman a urgencias porque ha habido un comportamiento agresivo o descontrolado que luego, cuando están controlados médicamente, los enfermos minimizan.
El trabajo que realizan los jueces de familia en este caso, conjuntamente con los médicos o psiquiatras forenses, en estas visitas, es necesario pero muy silencioso porque no se conoce.