Nacida en Portbou, en 1911, hija de un funcionario de aduanas, parece que fueron los viajes que la familia llevó a cabo, los que despertaron la imaginación de la niña Ángeles. A los 17 años, se consagra como pintora precoz en Valladolid, donde vivía entonces, Poco después, arrasa en Madrid. El Salón de Otoño se rinde a sus pies por dos años consecutivos: en 1929, cuando presenta "Un Mundo", una colosal obra de tres metros por tres, y al año siguiente, cuando tiene una sala especial, a la altura de consagrados como Gutierre Solana.
El afán desenfrenado por pintar, le pasa factura. Su salud se quiebra y es ingresada en una institución y apartada de los lienzos. Tardaría años en retomar su actividad.
En 1936, se casa con un joven artista como ella, Emili Grau Sala. Él, pinta la luz y la calma. Ella, había pìntado las tinieblas.
La guerra civil cambia su futuro. Emili, se exilia en París y ángeles decide permanecer en España junto a su familia. En Canfranc, da a luz, sola, a su hijo, el también pintor Julián Grau Santos.
Las vidas de la pareja toman caminos diferentes. Sólo muchos años mas tarde, bien entrados los 60, volverán a reunirse.
Vuelve entonces a renacer como pintora y conviven en ella dos Ángeles Santos: la de los paisajes amables, influencia de su esposo, y la conectada a las tinieblas.
Mujer sin afán de éxito y despegada del dinero, su propio carácter, su forma de vida, dificultan la proyección de su obra. Las instituciones franquistas no le muestran, tampoco, demasiado interés.
Pero a pesar de las circunstancias, su obra vive. La obra de la última pintora surrealista española.