Delmira Agustini -Montevideo, 1886- es una de las voces más brillantes de la lírica hispanoamericana, todo un milagro de la intuición poética. Sin embargo, lo que más asombra de esta mujer, es la dualidad que pareció descansar en una doble personalidad que revela, por una parte, una conducta irreprochable y convencional, de casi nula vida pública y, por otra, el inquietante erotismo de su poesía.
A los 26 años, Delmira se casa con un hombre al que no ama y, antes de cumplirse el mes y medio de la boda, abandona precipitadamente a su marido. Tres meses más tarde interpone la demanda de saparación, inaugurando la Ley del Divorcio en Uruguay. Pese a ello y en pleno trámite, comienza a verse en secreto con su todavía esposo en una habitación alquilada. El divorcio se falla el 22 de junio de 1914, y ella vuelve a verlo el 6 de julio del mismo año, la fatídica fecha en la que él le dispara dos tiros en la cabeza, causándole la muerte, y suicidándose a continuación (22/02/12).