Una lectura parcial del inmenso siglo XVI. Por qué aquel siglo es importante y por qué todavía afecta nuestras vidas. Los monumentos musicales impresionantes. El estilo de Ockeghem. El estilo de Josquin: la "democratización" del coro, el "soggietto cavato", la misa parodia. Se va distinguiendo la voz superior, y nacen las canciones modernas: la frottola en Italia, el lied en Alemania, la chanson en Francia, la chanson neerlandesa, ¡el villancico en España!... Ahora las canciones se parecen a los seres humanos: tristes, exultantes, campesinas, amorosas, desiguales, frágiles, enérgicas... El sombrío cromatismo en Claude Lejeune y en Marenzio. La pomposidad de Tylman Susato. Las onomatopeyas de bombas y pájaros en Janequin. Rodrigo Martínez silbando a las vacas. Crece ese reflejo de lo humano en música. Lo humano frente a lo teológico. El ritmo frente al pleroma atemporal. La sonrisa o el dolor común frente a la solemnidad de aquel Dios mistérico y asombroso. Son las dos grandezas que conviven y que pugnan en aquel siglo. Genios como Orlando di Lassus son capaces de encarnar ambas fuerzas. Seguiremos.