Todos tenemos algún familiar, amigo o conocido con prótesis de cadera, tornillos en los huesos, implantes dentales, marcapasos, stents coronarios o lentes intraoculares? La solución a muchos problemas médicos pasa por el empleo de sustancias naturales o sintéticas para reemplazar órganos y tejidos dañados con la intención de aliviar el dolor, restablecer y mejorar su función, facilitar la curación e -incluso-- corregir problemas estéticos. Son los biomateriales, como explica María Vallet, directora del Grupo de Investigación en Biomateriales Inteligentes de la Complutense y miembro de la Real Academia de Ingeniería.
La idea de utilizar materiales de uso común en el cuerpo humano es muy antigua. Pero fue a lo largo del siglo XX cuando se introdujeron diversos metales con fines terapéuticos en traumatología. A raíz de la Segunda Guerra Mundial surge una amplia familia de polímeros que abarca una variedad importante de materiales, como la silicona, nylon, poliestirenos y un largo etcétera, destinados a la fabricación de implantes, cementos acrílicos, suturas y dispositivos auxiliares. En la década de los 70 se planteÓ un cambio de enfoque con una nueva generación de biomateriales bioactivos orientados a interactuar con los tejidos vivos procurando así su regeneración. Un buen ejemplo son los materiales cerámicos. Y en la década de los 90 del siglo pasado es cuando se produjo el gran salto en este campo con el diseño de biomateriales específicos para una determinada función.
Este alto grado de desarrollo de los biomateriales solo es posible gracias al esfuerzo de equipos multidisciplinares, agrupados en torno a la ingeniería biomédica, que aglutina los conocimientos de ámbitos tan diversos como la medicina, la ingeniería, la biología y otras ciencias básicas...