Vidas contadas
Paul Erdós
26/01/2012
03:21
A los tres años ya podía calcular cuántos segundos había vivido una persona. A fuerza de Bencedrina y tabletas de cafeína, este matemático trabajaba 19 horas al día. Por eso decía que un matemático es una máquina que convierte café en teoremas. Pasó la mayor parte de su vida como un vagabundo, arrastrando por todas partes una maleta ruinosa y una bolsa de plástico de unos grandes almacenes de Budapest.