Enero tiene algo de drama. Enero es soledad. Un animal hambriento. Un telón a medio bajar mostrándonos sus penas. Para que no lo olvidemos. Para que le sigamos aplaudiendo con nuestras lágrimas. Regalándonos sus aullidos para alimentar el insomnio. Un cachorro que sueña con la luna. Todo lo malo sucede en enero. Enero con sus nieves, con sus brumas. Dejando caer sus amenazas junto a la niebla, pequeñas jaurías de partículas cenicientas. Una ruina cercada, con su verja. Con sus dedos índices de óxido señalando siempre al cielo, acusándolo, advirtiéndole: aquí no se aceptan milagros. Las malas noticias llegan siempre en enero. Un palacio desaliñado con sus flequillos de cortinas rotas asomando por las ventanas. Como si dentro soplara el viento. Ese susurro de lo inevitable recorriendo sus paredes desconchadas de futuro. Jugando a ser música entre sus fracturas de adobe y sus esguinces de bisagras. Treinta y una habitaciones llenas de fantasmas dormidos.
Libro: Enero
Autora: Ángeles Sánchez Portero
Editorial: Talentura
Música: Lisi Búa
Voz: Juan Suárez