Dulce María Loynaz (La Habana, Cuba, 1902-La Habana, 1997) no leyó su discurso de agradecimiento por el Premio Cervantes 1992. En su nombre lo hizo su gran amigo Lisandro Otero. La autora cubana ensalza el humor que impregna las páginas del Quijote. Cuenta, Dulce María, cómo su padre, el General Enrique Loynaz, encontró el libro durante una de sus campañas, “en la más difícil de las situaciones, perseguido y extraviado en plena selva tropical”, y cómo encontró con él la risa que “cuando puede participarse, hermana a los hombres”. “¿Quién hizo el milagro?”, se pregunta Dulce María: “Un hombre que vivió hace cuatrocientos años y lo suscitó con palabras escritas en un papel”. La “Historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”… “el libro inmortal”.
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