Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, cedieron el miércoles a la presión de las mayores protestas en dos décadas y bajaron el precio del transporte público, que era la reclamación inicial de los cientos de miles de manifestantes que han salido a las calles desde la semana pasada.
Las autoridades locales se resistieron durante días a tomar este paso con el argumento de que tendrán que recortar inversiones y gastos social en otras áreas, como salud y educación, cuya mejora los manifestantes también reclamaban.
Al final, las protestas continuas han puesto a las alcaldías de Sao Paulo y Rio de Janeiro contra las cuerdas, después de que el martes una decena de ciudades, entre ellas capitales importantes como Recife y Porto Alegre, ya anunciaran bajadas.
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