Seis años de recesión después, la economía griega parece salir del letargo. El tercer trimestre de 2014 alumbró su primer dato positivo de crecimiento. Ha necesitado dos rescates, una inyección de 240.000 millones de euros, de los cuales 26.000 salieron de las arcas españolas. El PIB ha caído un 25% en los últimos cinco años, esto es peor que si hubiera habido una guerra civil por lo que es comprensible el descontento y el enfado. Como resultado, Grecia ha acumulado una deuda que asciende a los 321.000 millones de euros, alrededor del 175% de su PIB. Una losa para la economía que, de nuevo, es objeto de debate sobre una posible reestructuración. Por el camino, los salarios han caído con fuerza y la tasa de paro se ha triplicado desde el inicio de la crisis, situándose por encima del 25%, la más alta de la eurozona. Es improbable que Grecia salga del euro porque los griegos no quieren y los países del euro tampoco por la inestabilidad que podria causar. Con el déficit a la baja, Grecia se aferra al turismo como balón de oxígeno y trata de darle la vuelta a sus cuentas para conseguir mejores condiciones de salida del segundo rescate. Las negociaciones se retomarán en febrero, ya con el nuevo Gobierno.
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