Hace 70 años, los productos químicos comenzaron a introducirse en la industria alimentaria. El objetivo era rentabilizar los cultivos y abaratar su coste de producción. Esto, junto con la mecanización de la agricultura y la ganadería, dio lugar a lo que se conoce como producción intensiva. Este tipo de producción aseguraba una fuente de alimentos estable para una población mundial que ha crecido más en estos dos últimos siglos que en todos los anteriores.
Al comenzar el siglo XX, 1.500 millones de personas poblaban la Tierra. Hoy somos ya más de 6.000. Pero la explotación intensiva de recursos naturales es también una amenaza a la estabilidad del medio ambiente. Tenemos que cambiar nuestra forma de producir alimentos si queremos respetar la salud del planeta. Éste es el espíritu de los alimentos ecológicos, que no permiten sustancias químicas en su cultivo.
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