José Antonio, de 25 años, estaba regulando el tráfico en la NI con su compañero Félix de Diego, cuando un Seat 850, ocupado por los etarras Iñaki Sarasketa y Francisco Javier Etxebarrieta, Txabi, se paró junto a él. El agente vio algo sospechoso en la matrícula, solicitó la documentación y fue atrás para mirar el bastidor. Treinta años después, Sarasketa contó: Txabi me dijo: «Si lo descubre, le mato». «No hace falta», contesté yo, «lo desarmamos y nos vamos». «No, si lo descubre lo mato». Salimos del coche. El guardia civil nos daba la espalda, de cuclillas mirando el motor. Sin volverse empezó a hablar: «Esto no coincide…». Txabi sacó la pistola y le disparó. Cayó boca arriba. Txabi volvió a dispararle tres o cuatro tiros más en el pecho. […] fue un día aciago. Un error. Como otros muchos en estos veinte años. Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval. No había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera”. Su compañero, Félix de Diego, fue asesinado por ETA 11 años después.