Carmelo Bella Álamo, de 22 años, era natural de Granja de Torrehermosa (Badajoz). Había ingresado en la Benemérita un año antes de morir y daba servicio en el Destacamento de Tráfico de Arganda.
El 14 de julio de 1986, ETA colocó una furgoneta-bomba en la plaza de la República Dominicana, en Madrid. Hacia las 7:45 horas, la bomba explotó cuando un convoy de vehículos de la Guardia Civil, formado por un autobús, un minibús y un todoterreno, salió del cuartel de la Escuela de Tráfico en Príncipe de Vergara en dirección a la Venta de la Rubia, donde realizaban prácticas de motocicleta. Fallecieron 12 agentes del Instituto Armado y otras 78 personas —entre transeúntes y miembros de la Benemérita— sufrieron heridas.
Los terroristas Idoia López Riaño y Juan Manuel Soares Gamboa colocaron la furgoneta; Antonio Troitiño Arranz se situó junto a una parada de autobús próxima y accionó la bomba, y José Ignacio de Juana Chaos se quedó a la espera en un vehículo preparado para la huida. Otros terroristas del comando Madrid participaron en las labores de vigilancia y preparación del explosivo: Esteban Esteban Nieto e Inés del Río Prada. Todos ellos, más Santiago Arrospide, fueron condenados a penas mayores de 1.000 años de prisión cada uno y a pagar una indemnización.
En el veinte aniversario del atentado, el pueblo de Granja de Torrehermosa hizo un homenaje a los 12 guardias civiles asesinados. La madre de Carmelo descubrió una placa en la plaza de Santa Ana donde están inscritos los nombres de los fallecidos. Casi 22 años después, se inauguró en el lugar del crimen un monumento en homenaje a las víctimas del terrorismo, gracias a donaciones de ciudadanos anónimos.
Véase también Juan Ignacio Calvo Guerrero, José Calvo Gutiérrez, Miguel Ángel Cornejo Ros, Javier Esteban Plaza, José Fernández Pertierra, Jesús María Freixes Montes, José Joaquín García Ruiz, Ángel de la Higuera López, Santiago Iglesias Godino, Jesús Jiménez Jimeno y Antonio Lancharro Reyes.