Alberto Negro Viguera, 43 años, casado y padre de tres hijos, murió por la detonación de una bomba colocada en las instalaciones de la central nuclear de Lemoiz (Bizkaia), el 17 de marzo de 1978.
Su hija mayor, Mari Mar Negro, estaba en casa, con su madre, cuando escucharon por la radio la noticia del atentado en Lemoiz. Ambas fueron de inmediato a la clínica San Juan de Dios, donde estaban trasladando a los heridos.
Mari Mar reconoció a un compañero de su padre, que en cuanto las vio lloró dando a entender a madre e hija que Alberto era uno de los muertos. Con su asesinato, la familia se quedó sin ingresos hasta que Iberduero, promotora de la central nuclear, contrató a Mari Mar.
Entre las visitas de condolencia que la familia recibió, destaca la de un cura muy conocido en Portugalete, que se identificó como emisario de la organización terrorista y les aseguró que ETA no tenía intención de que muriera ningún trabajador en el atentado; su objetivo –les dijo– era frenar las obras de construcción de la central y asustar a quienes las financiaban.
Relato completo del atentado en Andrés Guerra Pereda.