Gómez Noya se queda sin metal en la última recta
- El número 1 del ránking mundial ha sido cuarto y su compatriota Iván Raña, quinto
- Los dos gallegos han perdido sus opciones de metal en la última recta
- Gómez Noya se ha visto desbordado por un último ataque del canadiense Whitfield
- Durante toda el tramo a pie, han liderado la prueba pero la fortuna no les ha acompañado
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Venía a Pekín como clarísimo favorito. Siete victorias en la Copa del Mundo de triatlón, actual número uno indiscutible del ránking mundial, vencedor del Mundial de 2008... y el gallego Javier Gómez Noya se ha quedado con la medalla de chocolate, la cuarta plaza. El otro español en competición, Iván Raña, terminó quinto en una carrera que ganó el alemán Jan Frodeno, seguido del canadiense Simon Whitfield y del neozelandés Bevan Docherty.
El gallego mantuvo sus aspiraciones hasta los últimos 500 metros de la prueba, pero llegar a la recta final de la competición junto a sus más director rivales fue su particular calvario. Noya, un superdotado para el triatlón, es uno de los hombres más fuertes del circuito internacional en la carrera, la última de las tres pruebas que se disputan seguidas, pero sin embargo no es un atleta habituado a los finales al esprint.
La de Pekín ha sido una repetición calcada del último Europeo, donde Noya llegó junto a otros atletas a la recta final y ahí no tuvo nada que hacer. Aquí, el gallego miraba con impotencia cómo se le escapaban los tres primeros metros antes de cruzar la meta sin que las piernas le respondieran.
Antes, el atleta español, junto al resto de los candidatos al podio, se mantuvieron tranquilos y vigilándose unos a otros durante los 1.500 metros de la natación, con un agua a 27,8ºC, y también en los primeros 10 kilómetros de recorrido en bicicleta.
Ni siquiera se inmutaron cuando cuatro hombres trataron de escaparse, llegando a tener una ventaja de 45 segundos al final del recorrido en bici, de 40 kilómetros.
Pero Noya sabía que lo suyo era la carrera, en la que es capaz de recuperar hasta minuto y medio a sus rivales sin problemas. De hecho, en los dos primeros kilómetros el peloton, encabezado por el propio Noya y Raña, ya había engullido a los tres escapados, y durante las tres primeras vueltas al circuito, de 2,5 kilómetros cada una, todo hacía presagiar que habría medalla española. Incluso que podría haber dos. Hasta los últimos metros.
Fue ahí, en ese último suspiro, cuando ni siquiera los gritos de ánimo de los aficionados españoles y de los Duques de Palma -que se saltaron el protocolo abandonando el palco para animar junto a la valla armados de banderas españolas- pudieron ayudar a Noya a mover las piernas algo más deprisa.