Almudena Cid sale por la puerta grande de la gimnasia al revalidar el diploma olímpico
- La vitoriana se despide de la alta competición con una final impecable
- Se ha metido entre las ocho primeras al superar a la israelí y a la búlgara
- La rusa Kanaeva vence claramente en un concurso marcado por la polémica con los jueces
- Kapranova y Bossanova mantuvieron un vibrante duelo por el bronce
La española Almudena Cid ha cerrado su carrera deportiva con un nuevo diploma olímpico en su cuarta final consecutiva en unos Juegos al quedar en octavo puesto en una competición que ha coronado a la rusa Evgeniya Kanaeva como nueva reina del tapiz.
De esta forma, la gimnasta vitoriana de 28 años -la más veterana tanto en individual como en equipos- ha cumplido su objetivo, logrando además el mismo registro que en Atenas 2004.
Para cerrar su larguísima trayectoria profesional, la española amarró la cinta con el pie en el último movimiento del ejercicio. Se levantó, se inclinó y besó el tapiz. No lloró. Fue feliz. Había descargado toda su emoción en la previa.
Cid ha acabado en el octavo lugar, por delante de las gimnastas búlagara e israelí, con un total de 68.100 puntos. Era donde podía llegar la vitoriana, que sólo tuvo delante a gimnastas reputadas, respetadas por el jurado y para las que no hay fácil alcance. De hecho, para ella estar en pekín ya era un premio a su carrera.
Dominio de Kanaeva
La española mantenía el duelo particular con sus adversarias directas mientras las favoritas prolongaban su particular lucha por las medallas. En esto, el papel de los jueces, como siempre, fue determinante.
Kanaeva se ha erigido en la nueva reina
. Fue ella, y no su compatriota Olga Kapranova, la que ha heredado el trono olímpico de Alina Kabaeva, la dominadora de los últimos años.
La bielorrusa Inna Zhukova se ha convertido en subcampeona olímpica y la ucraniana Anna Bessonova ha obtenido el bronce tras superar en un particular y enconado duelo, a la rusa Olga Kapranova, favorita, fuera del podio y gran derrotada de los Juegos.
Nadie frenó el impulso de esta joven de dieciocho años, la nueva sensación de Rusia, que sorprendió en su irrupción en la temporada. Ha sido Pekín su consolidación. Ya muchos la consideraban como favorita por excelencia. Correcta y flexible sin caer en el contorsionismo fue firme desde el principio. Desde la fase de clasificación
Polémica con los jueces
En la final siempre fue en cabeza. La campeona de Europa tuvo amarrado el oro casi desde el principio y fue más regular que sus adversarias. Por contra, Kapranova estuvo imprecisa y con errores de bulto, especialmente con las mazas, que la tuvieron en vilo durante la competición.
Los jueces fueron comprensivos con la que advertía como gran candidata al oro olímpico. No tanto con la ucraniana Anna Bessonova, que tuvo el reconocimiento del público y que obligó a una revisión del jurado, también en la tercera rotación, que fue calificada de insuficiente por los presentes.
La situación predispuso a la rusa y ucraniana a un particular duelo por lograr espacio en el podio. Las calificaciones se demoraron insospechadamente.
Especialmente en el momento de la verdad. Comenzó con la discreta representación de Kapranova en las mazas. Una pérdida del equilibrio en el arranque y una falta de precisión del ejercicio de mazas la condenó. Y los jueces tuvieron que reconocerlo.
La gran beneficiada fue la bielorrusa Inna Zhukova, que en plena pelea de gallos se situó en el segundo puesto para alcanzar la plata.
El único espacio abierto en el podio acentuó el cara a cara entre Kapranova y Bessonova, que lo dieron todo en el ejercicio de cintas. Ambas bordaron la actuación. Pero salió airosa la ucraniana, campeona del mundo, que mantuvo el bronce que ya logró en Atenas 2004 mientras su gran rival se quedaba fuera de las medallas.