Felix Baumgartner alcanzó una velocidad mayor a la estimada
- El austríaco consiguió una velocidad de 1357,6 kilómetros por hora
- Su récord de altura en el salto queda fijada finalmente en 38.969,4 metros
- El informe final con el estudio del salto servirá para misiones aerospaciales
Casi cuatro meses después de asombrar al mundo por su salto desde la estratosfera, conocemos ahora, con más detalles y exactitud, los datos del logro de Felix Baumgartner, que consiguió una velocidad superior a la inicialmente estimada: Mach 1,25 (1,25 veces la velocidad del sonido), nada menos que 1357,6 kilómetros por hora por los Mach 1,24 (1342,8 km/h) estimados en un principio.
Este es solo un dato del amplio informe elaborado por el equipo científico de la misión Red Bull Stratos después de tres meses de análisis de los datos recogidos en el salto supersónico del austríaco, que servirá para futuras misiones aeroespaciales. Finalmente, Baumgartner ha superado el récord de velocidad máxima y el de altura, corregida hasta los 38.969,4 metros, respecto a los 39.045 estimados el día del salto.
El salto en caída libre del aventurero austríaco ha dejado para la historia una enorme cantidad de datos de enorme utilizada para los científicos, aunque el más evidente e importante, sin duda, ha sido el que nos ha revelado cómo un ser humano puede atravesar la barrera del sonido con seguridad gracias a un equipamento adecuado y un entrenamiento estricto, lo que supone un "avance vital" para la industria aerospacial.
"Juntos hemos demostrado que un ser humano en caída libre puede romper la barrera del sonido al volver de las puertas del espacio, puede pasar por la fase transónica y puede aterrizar sano y salvo”, explica el doctor Jonathan Clark, Director Médico de la misión Red Bull Stratos. "Esa fue una gran parte del programa y monitorizar la misión fue un evento significativo para la medicina y la fisiología aeroespacial".
La divulgación de los hallazgos de la misión es la culminación de cinco años de desarrollo de un programa activo de vuelos de prueba. Estos datos abarcan un gran espectro de temas, desde avances técnicos o médicos, hasta información relacionada con la meteorología. Parte de la información más esperada tiene que ver con los datos fisiológicos preliminares de Baumgartner, que incluyen el pulso y la respiración en momentos clave durante el ascenso y el salto de vuelta a la Tierra.
25 segundos en completa ingravidez
Para este aspecto, la monitorización fisiológica de Baumgartner ha proporcionado al equipo científico más de 100 millones de puntos de referencia, incluidos los primeros datos fisiológicos de la historia de un hombre viajando a velocidad supersónica sin apoyo mecánico.
Cuando salió de la cápsula, el austríaco alcanzó las 185 pulsaciones por minuto, y se mantuvo entre las 155 y 175 durante la caída libre. Cuando alcanzó la velocidad máxima, Mach 1,25, Baumgartner llegó a las 169, y se mantuvo entre 155 y 180 durante el descenso con el paracaídas, registrando 163 en el momento del aterrizaje. Una vez en tierra, regresó a las 100 que había registrado al inicio de la misión, en la que osciló entre 40 y 100 pulsaciones.
"Es como si flotases en el espacio y, entonces, empezases a coger velocidad muy rápido, pero no sientes el aire, porque hay muy poca densidad. Durante casi 35 segundos no podía sentir el aire a mi alrededor porque, básicamente, no había. Ese sentimiento de no estar sujeto a nada es molesto, cuando eres paracaidista profesional. Y, entonces, cuando finalmente notas el aire más denso, debes mantenerte completamente simétrico en forma, porque de lo contrario empezarás a girar y entrarás en barrena, que es lo que me pasó a mi", ha explicado el propio Baumgartner.
Ese momento, el que todo el mundo recuerda, con Baumgartner dando vueltas tras pasar 25,2 segundos en absoluta ingravidez, fue el más delicado de la operación. Sin embargo, el austríaco nunca llegó a superar los márgenes máximos previstos. En los 13 segundos que se mantuvo en "barrena", el saltador nunca registró las 3,5 G de fuerza durante seis segundos que habrían desplegado automáticamente su paracaídas de frenado.