El español fue
el total protagonista. El capitán, del que tanto se había hablado, jugó como titular a pesar de la lesión que arrastraba desde el pasado fin de semana. En la primera parte, tuvo un papel gris, sin apenas tocar balón. Al borde del descanso,
vio una tarjeta amarilla por una dura entrada a Sergio Busquets. El '4' del Arsenal se lamentó por lo que suponía esa tarjeta: no poder jugar ante su ex equipo en el Camp Nou, el estadio y la ciudad que dejó a los 16 años. Pero en la segunda mitad, cambió la historia. El centrocampista cobró protagonismo y empezó a dirigir. En el minuto 83, Cesc recibió un pase de cabeza de Bendtner en el área pequeña y, cuando iba a armar, apareció Puyol por detrás y enganchó con sus piernas a Cesc. El árbitro señaló penalti y mandó a Puyol a la ducha con una roja directa. Cesc, lanzador habitual de las penas máximas, no dudó y marcó con un derechazo inapelable, 2-2 en el marcador. Tras esa jugada, se llevó la mano a la tibia, posiblemente por un tirón muscular.
No pudo continuar y tuvo que salir lesionado.