Las claves del partido, por David Ramos
Con mayúsculas. El Barcelona destruyó el mito de 'Mou' hasta el ridículo (5-0) con una lección de fútbol desde el minuto uno al noventa. Una 'manita' totalmente imprevisible, pero incontestable como hacía tiempo que no se veía en un Barça-Madrid. El partido duró 18 minutos. Ni el 2-6 del Bernabéu fue tan claro. Xavi e Iniesta demostraron por qué merecen el Balón de Oro y por qué son la filosofía de este equipo, que no se cansa de tocar y tocar con sentido a la velocidad eléctrica que marca Messi y con proyección siempre vertical. Borró al Madrid en el centro del campo con apoyos y rapidez, presionó mejor, creó, llegó... El Barça jugó al fútbol con ambición y contestó a Mourinho en el campo. Y que dé gracias el portugués de no haberse llevado 'los ocho'. Una obra de arte de Messi que se estrelló en el palo y tres mano a mano fallados ante Casillas pudieron terminar de desangrar a un equipo que pierde algo más que un partido de forma humillante. Porque lo peor para el Madrid no son los cuatro puntos (tres más el average particular), el liderato, ni siquiera la goleada. Lo peor es ver que sigue muy lejos del mejor. El mensaje es demoledor: puede hacer una Liga casi perfecta como la de Pellegrini, pero cuando toque el Barça...
No hay otra palabra para definir lo que hizo Mourinho en el Camp Nou. Quiso jugar el partido en 30 metros y le salió el tiro por la culata. Regaló la salida del balón al Barcelona para nada, porque esperar en el centro del campo sin una presión específica posterior en la zona de creación rival no tiene sentido, y culminó su nefasto planteamiento adelantando muchísimo la defensa en un acto que no sólo va contra la lógica de un resultadista como él, sino contra la del propio fútbol. Primero dejar pensar y luego dar metros y metros para desmarcarse ante un rival que con media pared mata y en un campo en el que una milésima de segundo más siempre es tarde . ¿Era ese 'Mou'? ¿Sabía contra quién jugaba? ¿Toda la apuesta defensiva era cambiar de banda a Ronaldo y Di María para defender a Alves? La delantera del Barça ganó la espalda con opción clara de gol siete veces a la defensa del Madrid, de las cuales tres acabaron dentro. Con eso está todo dicho. Si él considera que no es una humillación, que vaya y pregunte al público del Bernabéu.
Ganó la partida en todo y demostró que su apuesta futbolística sigue sin tener oponente. Tantos meses callado dieron sus frutos. Planteó el partido al más puro estilo 'Pep Team'. Agresivo, dinámico, incisivo y balón, mucho balón. Se notó que se había trabajado este partido en silencio y con ganas. Intercalar en la recepción a Messi y Pedro para hacer superioridad en el centro y abrir espacios arriba, proyectar a Xavi desde segunda línea, aprovechar la libertad de Busquets o sorpender con Abidal y no con Alves son sólo varios ejemplos de su colección. Guardiola ha conseguido lo que parecía imposible: hacer vulgar a 'Mou' y que sus ruedas de prensa valgan menos. Lo tenía tan estudiado que por hacer, hizo hasta de Mourinho. Porque esta vez incluso provocó. Escondió la pelota a Cristiano en la banda en un acto no muy suyo, pero efectivo. Logró que el portugués le empujara y viese una amarilla y encendió aún más al público. Eso sí, le sobró la interpretación de 'San Pep' mártir. Cinco de cinco en clásicos. Es verdad que tiene motivos para disfrutarlo.
Fue el mejor del Barcelona y del partido. Una pesadilla partiendo desde la izquierda, donde más la gusta jugar. Fabricó un gol y marcó dos. De sus botas nació el segundo gol azulgrana tras una buena jugada encarando a Pepe que remachó Pedro. Pero eso era sólo el aperitivo de lo que vendría el segundo tiempo. Dos buenos desmarques y dos definiciones perfectas para hacer el tercero y el cuarto. Y pudo haber sido un al 'hat-trick' si hubiese concretado un disparo casi a puerta vacía al comienzo del segundo acto [Análisis uno a uno del clásico].
Nadie niega su gran progresión, pero ya avisábamos en la previa de que Marcelo tenía una prueba de fuego para demostrar que con Mourinho había aprendido a defender. Pues bien, ayer entregaban las notas y lo cierto es que suspendió. No sólo porque dos errores suyos, uno en el despeje y otro en la marca, supusieron los dos primeros goles, si no porque fue un coladero. Tampoco aportó nada en tareas ofensivas y acabó siendo sustituido por Arbeloa para que el equipo no encajase más goles [Así jugó el Real Madrid].
Tenía razón: el Barça no les iba a meter ocho. Al final fueron sólo cinco. El problema de hablar tanto es que luego las palabras se vuelven en contra. Ronaldo no se da cuenta de que con su actitud motiva, pero al rival. No debería retar sin argumentos, no debería vanagloriarse con espaldinhas y no debería, ni mucho menos, apropiarse de una palabra tan seria como el espectáculo. Porque ayer, espectáculo lo dio Messi sin marcar un solo gol, dando asistencias y trabajando para el grupo. ¿CR7? Dos faltas pegadas al palo, un buen pase y un empujón [Así fueron los duelos del Barça-Madrid].
El Barcelona ganó la batalla del centro del campo tanto con la pelota como sin ella. Cuando tenía el balón, Messi y Pedro bajaban para descargar y ofrecer opciones de pase a los medios, formando un rondo blaugrana que hacía superioridad y acababa envolviendo a Xabi y Khedira. Los madridistas, como diría Toshack, corrían como pollos sin cabeza detrás del esférico y la ayuda de Di María era insuficiente. Sólo podían pararles en falta, y de ahí el saco de tarjetas que se llevaron (ocho amarillas y una roja). Pero el mérito del Barcelona es que cuando la pierde, 'muerde' en la recuperación con un sacrificio vital de sus hombres de arriba. Es decir, que el superclase, el equipo de los magos y el 'tiki-taka' es además es el que más corre para robar un balón. No dejaron sacar fácil la pelota ni una sola vez a la defensa, que tuvo que retrasar hacia Casillas constantemente y perdió algún balón que pudo acabar en gol.
Un diez para el Barcelona y un cero para el Madrid. El conjunto azulgrana salió a por el partido con más tensión que el Madrid. Se llevaba todos los balones divididos, le caían todos los rechaces y sus jugadores se anticipaban una y otra vez. Daba la sensación de que el Madrid, lento y apático en lo físico, había vuelto a la pretemporada. Una imagen lamentable cuyo mejor reflejo es la actitud de Sergio Ramos en el quinto gol. El sevillano regresa a su área trotando como si nada mientras el canterano Jeffren busca el gol con todo su alma.
Al final del primer tiempo, Cristiano le gana la partida a Valdés y éste le derriba claramente. Iturralde no pita penalti y se equivoca con 2-0 en el marcador. Esa es la única jugada que pudo cambiar algo el partido porque de marcar, el Madrid se metía de nuevo. Ese fue uno de los dos errores que cometió al colegiado. El otro fue no expulsar a Carvalho. Debió ver amarilla por 'soltarle' ligeramente el codo a Messi en la primera mitad e hizo una mano siendo el último hombre en la segunda, es decir, que hizo méritos para una amarilla y una roja directa y se fue con una sola amonestación.
El mejor resumen del partido lo hace su último lance. Un equipo que pasa por encima del otro como una apisonadora y el otro, herido en su orgullo, se defiende como puede, aunque eso le lleve a perder las formas. Pero la actitud de Sergio Ramos, de nuevo protagonista, no tiene justificación. El sevillano pagó sus miserias con Messi dándole una patada gratuita y peligrosa que le costó la expulsión y luego lo empeoró aún más apartando la cara con muy malos modos a Puyol y poniendo el puño en la cara de Xavi, ambos compañeros suyos en 'la Roja'