Las claves del partido, por DAVID RAMOS
Empate técnico en el primero de los cuatro asaltos (1-1) y otra Liga merecida para el Barcelona, que da el golpe definitivo al campeonato manteniendo los ocho puntos de ventaja a falta de seis partidos (aunque Guardiola no lo reconozca). El Barça se quedó la pelota y el Madrid le esperó sin pudor, pero el partido, muy marcado por la actuación del árbitro, pudo llevárselo cualquiera en un final loco. Diez minutos de una vistosa locura de ida y vuelta en los que el equipo catalán, contra todo pronóstico, llegó incluso a sufrir cuando un Real Madrid con diez tiró de casta espoleado por un público entregado tras el gol del empate. El dominio culé no significó el baño de anteriores citas ni se tradujo en mayoría de ocasiones, claras por ambos bandos. Fueron dos apuestas diferentes con igual resultado: opciones de ganar. Los dos probaron al meta contrario, se toparon con el palo y perdonaron llegadas clarísimas.
1-0 (Messi)- Raúl Albiol derriba a Villa a los 52 minutos y Lionel Messi marca de penalti el primer gol del partido. Iker Casillas estuvo cerca de pararlo.
1-1 (Cristiano Ronaldo)- A los 82 minutos, el colegiado pita falta en el área de Alves a Marcelo. El penalti lo transforma Cristiano engañando a Valdés.
Si hubo un protagonista sobre el terreno de juego fue Muñiz Fernández, que tuvo mucho trabajo en las áreas. Falló al no pitar penalti sobre Villa en el primer tiempo, una jugada calcada a la que protagonizaron Cristiano Ronaldo y Valdés en la primera vuelta. El delantero se anticipa y, aunque no tiene opción de continuar la jugada y va a ir al suelo de todas formas, es arrollado por Casillas, que es quien comete el error al no medir la salida. Sin embargo, acertó al señalar la pena máxima sobre el delantero asturiano en la segunda mitad y también al expulsar a Albiol. El central le agarra claramente cuando era el último hombre. Y por último, la gran polémica: el penalti sobre Marcelo. Es el menos 'pitable' de los tres. Muy riguroso. El lateral madridista se interna en el área, Alves va al suelo y toca ligeramente el tobillo de Marcelo, que se desequilibra con facilidad. Además, si lo pita, tiene que sacar tarjeta (Alves ya tenía una y por tanto se hubiese ido a la calle)
La expulsión de Raúl Albiol, que no podrá jugar la final de la Copa del Rey del próximo miércoles, cambió el partido en todos los sentidos. Rompió la monotonía del dominio contra orden y tuvo dos fases muy diferenciadas. Una tras el gol de Leo Messi, en la que el Madrid se vino abajo y el Barça jugaba a placer rozando el 0-2, y otra después del gol del empate de Cristiano Ronaldo, donde el Madrid (previamente preparado, como asegura Mourinho, o no) apretó, llegó con frescura gracias a Özil y Adebayor e incluso encerró al Barcelona
Reacciones merengues. Los jugadores del Real Madrid se sintieron perjudicados por la expulsión: "Once contra once habríamos ganado"
Reacciones culés. La sensación con la que salieron los jugadores del Barça después del empate a uno en el Santiago Bernabéu es que merecieron ganar
Sacar a Pepe en lugar de Özil para acompañar a Xabi Alonso y a Khedira en el centro del campo era una declaración de intenciones por parte de Mourinho, escarmentado de la 'manita' por renunciar a sus principios. 'Mou' se aprovechó de ser el entrenador más consentido por el público del Bernabéu y por el propio club para plantear el partido de una forma que le hubiese costado el puesto a cualquier otro técnico del Real Madrid. El portugués, inteligentemente, se olvidó de la grandeza y tiró de dolorosa lógica para contrarrestar a este Barcelona, asumiendo el verdadero rol del Madrid: es inferior a los culés con el balón. Aceptó jugar en función del contrario para evitar el intercambio de golpes (del que probablemente saldría perdiendo) y explotar sus cualidades, porque en potencial sí que no es peor. El Madrid regaló la posesión y esperó en su campo sin dejar espacios. El trivote logró asfixiar la zona más creativa del Barcelona, que salía cómodo, pero se quedaba sin opciones de pase en la línea de tres cuartos. A partir de ahí, robar y contra rápida. Y cuando no se podía, patadón sin contemplaciones o simplemente "no jugar", como califica Xavi. No hubo construcción, pero tampoco se buscaba. Poco estético y poco grande, pero aparentemente más eficaz.
El Madrid ha descubierto un punto débil del Barcelona en los saques de esquina. Solo la suerte (y un providencial Adriano) impidió que Cristiano y Pepe no marcaran en dos jugadas prácticamente iguales. Córner pasado al segundo palo para desplazar a la defensa en zona del Barça y toque de cabeza hacia el primero, donde el atacante blanco entra de cara sin oposición y remata a bocajarro.
Parecía que los maleficios de Messi y CR7 no se iban a romper. El argentino perdonó en una vaselina y volvió a encontrarse con Casillas en un duro disparo al final de la primera mitad tras una jugada espectacular, mientras que el portugués se encontraba con el palo y con la cabeza de Adriano, cuando no llegaba tarde con todo a favor. Pero no, la suerte de los penaltis les permitió quitarse la espina. El primero le marcó a Mourinho y el segundo al Barça. El que sigue sin ver puerta es Villa (y van diez partidos). Estuvo muy mal en el disparo y en el último control. Eso sí, provocó el penalti.
Si Mourinho sorprendió con Pepe, Guardiola lo hizo incluyendo a Puyol en el once titular. El central no acusó los tres meses de inactividad y estuvo muy seguro junto a Piqué (una vez más magnífico en todos los aspectos del juego) durante todo el partido. Pero el riesgo pasó factura y se tuvo que retirar lesionado. Su ausencia en el campo coincidió con los minutos de mayor inseguridad atrás de los azulgrana.
El Real Madrid planteó un partido muy físico, con una presión agresiva, casi al límite en muchas ocasiones. El árbitro debió frenar el juego duro de Pepe, que aunque hizo un gran partido con nueve recuperaciones, tuvo que haber sido amonestado. Muñiz fue demasiado benévolo con algún que otro 'recado' del portugués y con las denominadas faltas tácticas del equipo. De la misma manera, es incomprensible que no amonestase a Messi, como mínimo con amarilla, por pegar un pelotazo contra los aficionados de la grada baja. Feísimo e impropio el gesto del astro argentino.