Por David Ramos
90 minutos de quiero y no puedo. Un gatillazo en toda regla. España se llevó la primera en la frente ante Suiza (0-1) en un partido en el que no le salió nada. Un calco del varapalo de la Confecup ante EE.UU., un partido que se complica sin verlo venir y que acaba en pesadilla. Ni inspiración, ni movilidad ni pegada. 'La Roja' se fue desesperando poco a poco al ver que la posesión no se transformaba en ocasiones claras. Tocaba sin problemas en medio campo, pero se estrellaba contra un muro una y otra vez. Cuando lo sobrepasa, a los de arriba 'se les hacía de noche'. Y para colmo, un cero en puntería... y en los saques de esquina (fatal sacados). España tuvo uno de esos días en los que no marcas hagas lo que hagas. Nunca renunció a sus principios. Tocó y tocó hasta el final sin regalar un balón, pero caer ante una selección como la Suiza es sinónimo de mal partido, se mire como se mire.
Suiza sólo tenía un camino para sacar algo de este partido: defender muy bien y que España atacase muy mal. Pues se cumplió. En contra de lo esperado, los suizos no se descompusieron nunca, ni siquiera tras la baja de Senderos, e hicieron a la perfección lo que dependía de ellos. Hitzfeld colocó a los once por detrás del balón y no dejó huecos en la zona de creación. El equipo fue inexpugnable por el centro, basculó bien y sólo sufrió con la internadas de Iniesta y Navas.
Tuvieron mucha, lo saben y lo reconocen. Si ya era difícil empatar, la victoria era un milagro para Suiza. Y también llegó. Lo hizo en forma de contra rápida, iniciada por el meta Benaglio, continuada a trompicones por Derdiyok y finalizada a la tercera por Fernandes tras una salida tardía y equivocada de Iker Casillas. Aún así, España también tuvo su pizca de suerte: llegó con opciones al final gracias a que Derdiyok falló el 0-2 tirando al palo la segunda ocasión de los suizos.
El ataque Español estuvo más estático que de costumbre, sin movimientos claros tanto para abrir espacios como para habilitar los pases en profundidad. España pide a gritos volver a jugar con dos puntas en detrimento de uno de los dos medios defensivos, Xabi o Busquets. Villa como único punta es fácil de marcar para una defensa cerrada, ya que le obliga a caer a la banda, dejando vacía la zona del nueve. El asturiano, que no tuvo su día, falló su mejor ocasión al final de la primera mitad, en una jugada en la que se entretuvo demasiado cuando tenía tiempo para definir. La salida de Torres tampoco mejoró nada. Torpe, lento y sin tirar un desmarque, acusó demasiado la inactividad. Esta inoperancia inusual arriba hizo que las mejores ocasiones de España, salvo la de Piqué, que falló un mano a mano con Benaglio después de hacerlo todo bien, llegasen desde fuera del área. Xabi Alonso tuvo la mejor con un misil que impactó contra el larguero, mientras que Iniesta y Navas la echaron fuera por muy poco.
España no perdió por el árbitro, pero el señor Webb, lo poco que se equivocó, lo hizo en contra. Debió expulsar a Grichting, que derribó a Iniesta cuando era el último hombre, no pitó un penalti tan claro como absurdo sobre Silva y dejó a Senderos dar todas las patadas que quiso en los 35 minutos que estuvo en el campo.
Vicente del Bosque no atinó en el doble cambio. Si España se la iba a jugar con Navas para desbordar y poner balones al área hacía falta un buen rematador de cabeza, y la baza era Llorente. Para jugársela con Torres en un doble cambio le hubiese ido mejor sacar a Cesc para lograr dinamismo y combinaciones por abajo.
Demostró por qué lleva el brazalete cuando no está Frei. El medio suizo de ascendencia turca del Udinese fue un pulmón en el centro del campo. Colocó a su equipo, corrió y robó. Muy entonado en la iniciación de los contrataques, llevó peligro a la portería de Casillas en el segundo tiempo.
Sólo es el primer partido, pero empieza a preocupar la dificultad de España para reaccionar cuando el contrario se adelanta. Le pasó con Estados Unidos y ahora con Suiza. 'La Roja' sufre demasiado para romper cerrojos porque en esas situaciones no explota las bandas. Abre el juego, sí, pero no profundiza, vuelve a 'encerrarse' sola y acaba siendo previsible. Normal que estén cabreados y disgustados. Del Bosque reconoce que el momento es difícil, pero confía en enmendarlo.
Mas allá del resultado, lo más preocupante para el cuadro español es la falta de frescura que transmitió. Al equipo le faltaba chispa, ese plus que te hace llegar a empujar la pelota con la puntita de la bota. A Iniesta se le vio cansado, a Torres fuera de forma, Xavi estuvo espeso, como escondido... España estuvo lenta en general y sólo Jesús Navas, que huele a titular, pareció meterle otra velocidad.