Lo que iba a ser la simple representación de un sueño en el que Amelia, Alonso y Pacino le hacían ver a Miguel de Cervantes la trascendencia que tendría su obra se acabó convirtiendo en una tarde de paseo (y farra) por Alcalá.
Unos turistas se encontraron con don Miguel por Alcalá y pensaron que era un figurante. Le pidieron una foto.