Rayden y el inconformismo en 'Suena Guernica'
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Rayden canta con las manos. Declama con los ojos cerrados, como si repasara cuidadosamente cada verso. Palabra a palabra. Pero en realidad tiene la mirada puesta en el Guernica, aunque lo tenga de espaldas. Aunque no lo pueda ver, sus letras invocan a cada una de las figuras que Picasso pintó hace 80 años. La madre y el hijo, junto con el toro, están presentes en “Ubuntu”, el caballo y el guerrero heridos están dibujados también en “Haciéndonos los muertos”. El hombre que se asoma con la luz, es un personaje más de “Pólvora mojada”.
Rayden piensa que estas coincidencias fueron un antojo del destino. Hasta una semana antes de su actuación no sabía que elegiría esos tres temas para cantárselos al Guernica. Ya en el Museo Reina Sofía encontró allí pintadas sus canciones. Canciones que, como la brocha de Picasso, se mueven a golpe de inconformismo. Ese es el motor, según Rayden, que pone en marcha los grandes cambios necesarios para no ser “los más valientes del cementerio”.
Rayden, que canta para las voces silenciadas y apela al espíritu colectivo, entiende el arte desde un sentido catártico. Si algo te quema dentro, escúlpelo, píntalo, escríbelo. Piensa en Picasso y en la lección que le han dado sus obras para perder el miedo al qué dirán, a reflejar la realidad, con convicción, bajo su punto de vista. Cuando vuelve a abrir los ojos la música ha parado en la sala del Guernica ya ha parado. Pero sus letras quedarán ahí, esperando a que el futuro no se convierta en un eterno retorno.