El huevo y las proteínas de alta calidad
- Incorporar proteínas de alta calidad a nuestra dieta es fundamental.
- Hay diferentes maneras de hacerlo, ¿qué alimento crees que es más efectivo para conseguirlo?
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Cada vez es más habitual encontrar dietas mágicas que, con poco fundamento, recomiendan construir nuestra alimentación diaria sobre un macronutriente en concreto: las proteínas. Y aunque es cierto que su ingesta es imprescindible para seguir una dieta equilibrada debemos tener siempre presente que la clave del éxito está en la correcta proporción entre hidratos de carbono, grasas y las mencionadas proteínas. Pero es que además hay otro factor muy importante que tenemos que tener en cuenta: no se trata solo de la cantidad de proteínas que consumimos, sino de su calidad.
¿Qué son?
Las proteínas consideradas de alta calidad se caracterizan por contener en una proporción significativa los llamados aminoácidos esenciales, aquellos que nuestro organismo no es capaz de sintetizar y que debemos incorporar en la medida de lo posible a través de nuestra alimentación. En general los productos de origen animal son una excelente fuente de proteínas de alta calidad mientras que dentro de los vegetales podríamos destacar especialmente legumbres como las lentejas, garbanzos o las habas, sobre todo si las mezclamos con cereales de grano completo.
El huevo, un gran aporte para nuestra dieta
Pero en este artículo nos centraremos en el huevo, un alimento al que se le ha cogido algo de miedo en los últimos tiempos. Como todo, no conviene abusar de su consumo pero controlando la forma en la que lo cocinamos, mejor pasado por agua o hervido que en tortilla o frito, puede ser un gran aporte para nuestra dieta. Concretamente un huevo de tamaño mediano, alrededor de unos 60 gramos, nos proporciona cerca de 7,5 gramos de proteína.
Llegados a este punto, os planteamos una pregunta: ¿Qué huevos soléis comprar en el mercado, blancos o morenos? Seguramente la mayoría escogéis los morenos, desde hace años más habituales y fáciles de encontrar que los blancos. ¿Por qué, acaso son mejores? Desde el punto de vista nutricional, rotundamente no, la diferencia en el color de su cáscara solo es estética.