La defensa de Sànchez intenta demostrar que la violencia solo se produjo por la actuación de Guardia Civil y Policía
- Sus abogados citan a ciudadanos que estuvieron en centros electorales donde solo intervieron los Mossos
- Marchena, a los testigos que responden a Vox por "imperativo legal": "Todos estamos aquí por imperativo legal"
Los guardias civiles y los policías nacionales que actuaron en los colegios electorales el día del referéndum del 1-O insistieron en sus declaraciones como testigos en el juicio del 'procés' que los primeros en agredirles, insultarles y escupirles nada más llegar fueron los ciudadanos que, según el relato de los agentes, ejercieron una resistencia violenta. Los abogados del expresidente de la ANC Jordi Sànchez y el exconseller Jordi Turull llevan dos sesiones intentando desmontar esta idea llamando para ello a declarar a ciudadanos que votaron en centros a los que solo acudieron los Mossos d'Esquadra y donde no se produjo ningún incidente a pesar de que los agentes de la policía autonómica, aseguran todos estos votantes, intentaron en varias ocasiones cerrar los colegios, pero sin lograrlo porque había mucha gente concentrada en las puertas.
La estrategia, sin embargo, tiene sus riesgos -sobre todo para el exconseller de Interior Joaquim Forn, responsable político de los Mossos el 1-O- porque entre los testigos se cuelan algunos que reconocen que la "impresión" que le dieron las parejas de los agentes autonómicos es que estaban "de control por si había un incidente" u otros que confirman que los binomios les dijeron el sábado exactamente la hora a la que debían desalojar los centros al día siguiente, lo que para la Fiscalía es la prueba de que este cuerpo policial presuntamente colaboró a que no se pudieran cerrar los centros por estar llenos.
En cualquier caso, el peligro se asume porque lo que está en juego es desmontar el presunto delito de rebelión, que implica el uso de la violencia, y por el que nueve de los doce acusados se enfrentan a una petición de penas de 16 a 25 años por parte del Ministerio Público. En total, durante la jornada 41 del juicio, pasan por el Tribunal Supremo 18 ciudadanos más, muchos de ellos con lazos u otros objetos amarillos sobre su ropa.
Sin embargo, la noticia más relevante del día sucede antes de que arranque la sesión, cuando los abogados de Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull -que han sido elegidos diputados- y de Raül Romeva -que ha logrado escaño de senador- han presentado un escrito ante el tribunal pidiendo que se revoque su prisión provisional y se les deje libres para ejercer como parlamentarios.
"En nuestro pueblo no pasó nada de eso"
La jornada en sí en el interior es repetitiva. "¿Durante la jornada se produjo algún tipo de violencia entre ciudadanos, entre ciudadanos contra agentes de los Mossos d'Esquadra, insultos, golpes, empujones?", pregunta la letrada Ana Bernaola a la última testigo de la mañana del miércoles. Antes lo ha hecho con los once testigos previos y por la tarde lo hará con otros seis más. Su compañero, el abogado Jordi Pina, lo hizo exactamente igual este martes aunque en esa jornada también hubo testigos que habían estado en colegios donde sí actuaron las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que aseguraron que los agentes les agredieron "sin mediar palabra".
Isabel Castell, que el 1-O era concejal en La Sénia, responde que "no pasó nada" de eso -insultos, golpes, empujones- en esta localidad de Tarragona. "Había mucho ambiente por el pueblo, se respiraba esta satisfacción de poder ejercer el derecho. Fue todo muy normal hasta que nos llegaron imágenes de vecinos y vecinas de Sant Carles de la Ràpita, imágenes muy duras de gente con sangre, camisas rotas..."
"¿Pero esto en su pueblo no pasó?", repregunta Bernaola. "No, en nuestro pueblo no pasó nada de todo esto", responde la testigo a la abogada, que consigue de esta forma contraponer los dos escenarios.
Uno por uno, los testigos van contando cómo impidieron a los Mossos entrar concentrándose en las puertas de acceso pero sin realizar ningún acto de resistencia activa, siempre de forma pacífica. Marga Borrás, que presume de que el ambiente era tan pacífico en Pobla de Mafumet (Tarragona) que cuando llegó un joven a votar con una bandera de España atada en la cintura le hicieron un pasillo y le aplaudieron, explica que cada vez que veían acercarse a los Mossos se colocaban en la puerta para que no pudieran entrar. Solo lo hubieran podido hacer "por la fuerza", añade.
Josep Torres, que intenta declarar sin éxito en catalán y que define el 1-O como "uno de los días más especiales" de sus vidas, ha explicado que en Anglesola (Lleida) los mossos les informaron de que tenían que cerrar el centro, pero que ellos no lo permitieron: "Les dijimos que no les dejaríamos pasar, que intentaríamos impedirlo pacífica y pasivamente".
"Por simple volumen era imposible acceder"
En algunos colegios, han asegurado otros testigos por la tarde, ni siquiera tuvieron que oponer resistencia como tal. Josep Marimón, que votó en Vilanova del Vallès, en Barcelona, asegura que eran unos 300 frente a dos agentes: "Si tenía que haber proporcionalidad dudo mucho que hicieran nada (...) Por simple volumen, éramos muchos y era imposible acceder".
"En aquel momento éramos unas 200 personas. Era evidente que dos personas no podían entrar. No es que no se les permitiera, estábamos delante y queríamos votar así que no podían hacer nada", relata por su parte Guadalupe Prades, que votó en Caldes de Montbui, también en Barcelona.
Todos los testigos coinciden también en un detalle más de su relato. Ninguno de ellos sabe cómo llegaron las urnas a pesar de permanecer horas en la puerta. "Fue toda una sorpresa", dice una. "Meterían la urna por la puerta de atrás", dice otro. Carlos Valls, de Balenya (Barcelona) reconoce incluso que ayudó a bajar la urna de un vehículo, pero cuando le preguntan por quién la trajo contesta: "No recuerdo ni el modelo del coche".
Josep Grima, que votó en Calella (Barcelona), recuerda que trajeron el material electoral varias personas pero tampoco sabe quiénes eran porque "era bastante oscuro y llovía" y además llevaban una prenda al cuello que les tapaba algo la cara. Este testigo ha sido el único de la jornada que ha relatado un incidente violento. Ha explicado que el mismo 1-O se manifestaron frente al Hotel Vila de la localidad donde había alojados guardias civiles y ha asegurado que una agente de paisano y otros agentes salieron con porras extensibles y que a él le agredieron. Además cree que, desde las habitaciones, los guardias les "orinaron".
Marchena recuerda que no solo se responde a Vox por "imperativo legal"
Los abogados de Vox, que ejercen la acusación popular, no preguntan a los cuatro primeros testigos de este miércoles. Se estrenan con el quinto, Josep Lluís Torres, el vecino de Anglesola que ha intentado declarar en catalán. Uno de sus abogados del partido ultra le pregunta si se tuvo que inscribir para votar y entonces salta la chispa. El testigo asegura que responderá por "imperativo legal".
No es el único que lo dirá a lo largo de la jornada. Alfonso Barceló, de L'Alforja (Tarragona) dice que responderá pero dejando constancia de su "rechazo absoluto a las ideas de extrema derecha fascista de Vox". Isabell Castell también recurre a la coletilla del "imperativo legal".
A todos ellos, el presidente del tribunal les recuerda que no solo tienen obligación de responder a Vox por imperativo legal, sino que han tenido que responder previamente a la defensa que les ha citado, a la Fiscalía y a la Abogacía también porque lo dice la ley. "Todos estamos aquí por imperativo legal", ha subrayado el magistrado, que no obstante les ha dicho que si quieren subrayar que responden al partido de Santiago Abascal por obligación hacen "muy bien".