¿Dónde están los 500.000 parados que faltan?
- Las diferencias entre el paro registrado y la EPA aumentan hasta 572.611 parados
- La metodología y los criterios de medición explican la distancia entre ambos indicadores
- El INEM registra las demandas de empleo y la EPA es una encuesta telefónica
El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, vió como la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre desmentía una de sus afirmaciones más rotundas -"No habrá cuatro millones de parados"- al cifrar en 4.010.700 las personas desempleadas, una cifra que en el segundo trimestre asciende a 4.137.500 parados.
El paro registrado en agosto en el Instituto Nacional de Empleo (INEM) le devuelve la razón: los desempleados son 3.629.080. ¿Dónde están todos los parados que faltan?
En realidad, ambas cifras son correctas, pero los datos están recogidos y elaborados de forma distinta. Las diferencias, no sólo en la metodología y en los criterios de medición, sino en los objetivos y contenidos de las dos formas de contar el desempleo, determinan esa horquilla entre ambas, aunque en este caso su amplitud ha crecido.
Así, el paro registrado en las oficinas públicas de empleo era de 3.128.963 desempleados en diciembre de 2008, mientras que en la EPA era ligeramente mayor, con 3.207.900 desempleados. En junio la EPA ha hallado 572.611 parados más que el paro registrado.
Esta diferencia refleja las limitaciones de una ciencia como la estadística, que tiene algo de relojería: es muy precisa y muy frágil, ya que cualquier modificación en los datos influye sobre el resultado de manera significativa. Y la medición del desempleo, en contra de lo que pudiera parecer, es particularmente compleja, por la cantidad de situaciones, con frecuencia cambiantes, que se presentan.
Datos registrados frente a encuesta
Para empezar, son dos instituciones distintas quienes miden el desempleo en cada caso. El paro registrado es calculado por el INEM, a partir de las demandas de empleo registradas en sus oficinas, de forma que la información es mensual y se refiere a todo el territorio nacional y a todas las actividades económicas.
La EPA, por su parte, es una encuesta trimestral realizada por el Instituto Nacional de Estadística, en la que encuestadores especializados llaman por teléfono a unos 65.000 hogares -lo que equivale a encuestar a unas 200.000 personas- para conocer la estructura y la evolución del mercado de trabajo español.
Por sus características, la EPA es mucho más completa que el paro registrado, ya que permite establecer series homogéneas en el tiempo, se pueden disgregar los datos por regiones y proporciona información no sólo sobre las personas desempleadas, sino también sobre las ocupadas, inactivas...
Con todo, el paro registrado también tiene sus ventajas: por ejemplo, es mucho más inmediato y permite conocer el desempleo incluso por municipios, mientras que la muestra de la EPA no alcanza a todos los pueblos de España.
¿Por qué las diferencias?
Cuando, como ocurre ahora, el desempleo de la EPA supera al del paro registrado, se debe fundamentalmente a dos razones. En primer lugar, no todas las personas inscritas como demandantes de empleo en una oficina pública se consideran como parados registrados.
Así, una parte de estos inscritos, que cumplen los criterios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para ser considerados parados -encontrarse desocupado, buscar activamente empleo y estar disponibles para trabajar- pueden estar considerados como parados de la EPA, se excluyen del paro registrado, por ejemplo, los estudiantes menores de 25 años o las personas que demandan empleos de corta duración o de jornada reducida.
En segundo lugar, no todos los parados de la EPA buscan empleo a través de las oficinas públicas, sino que pueden recurrir a otros métodos. De hecho, la amplitud de la diferencia actual sugiere un aumento de los trabajadores desanimados, aquellos que, aunque declaran estar buscando activamente empleo, no confían en encontrarlo y prácticamente renuncian a la búsqueda.
También se ha dado lo contrario, con el paro registrado superando a la EPA -por ejemplo, en 2006-, algo que suele ocurrir cuando hay personas que están inscritas en el INEM como demandantes de empleo y se declaran como tales en la EPA, pero no han tenido contacto con la oficina de empleo en las últimas cuatro semanas: la metodología establece que la mera renovación trimestral de la demanda no demuestra la intención de encontrar trabajo.
En cualquier caso, dadas las sucesivas mejoras metodológicas introducidas en los últimos años en ambos indicadores, es de esperar que, a medida que se estabilice la situación económica, ambos converjan de nuevo, y sepamos por fin si Corbacho estaba o no equivocado.