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Los socialistas españoles, claves en la mayoría absoluta de Barroso

  • Los 21 eurodiputados socialistas han hecho que supere los 369 votos
  • Esta ayuda puede mejorar la posición de España en la comisión
  • Barroso encara un nuevo mandato con prioridades opuestas a las de 2004
  • Su carácter camaleónico le ha facilitado la supervivencia política

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Zapatero y Barroso, en una reunión en Bruselas.
Zapatero y Barroso, en una reunión en Bruselas.
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Cuando escuchó el resultado de la votación en el pleno del Parlamento Europeo que ratificaba a José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero probablemente esbozó una sonrisa...la misma que se le congeló al líder de los socialistas españoles en la cámara, Juan Fernando López Aguilar.

El primero estará satisfecho porque los 21 votos del PSOE han sido fundamentales para que Barroso haya alcanzado la mayoría absoluta que buscaba -aunque no necesitaba- para empezar su nuevo mandato con autoridad política.

El segundo se ha apresurado a justificar su decisión en la necesidad de una respuesta europea ante la crisis económica de forma inmediata, que eventualmente no podría llegar dilatando la elección de Barroso como se está haciendo desde que se conoció el resultado de las elecciones europeas, el pasado mes de junio.

La importancia de Lisboa

En concreto, el líder portugués necesitaba 369 votos para superar la mayoría absoluta que requiere el Tratado de Lisboa, que aún no está en vigor pero que lo estará -si los irlandeses quieren- durante la mayor parte de su mandato.

Sin el voto afirmativo de los socialistas españoles, Barroso se habría quedado en los 361, una mayoría suficiente para ser reelegido pero por debajo de esa barrera psicológica.

"Puede ser criticable desde el punto de vista de la coherencia, pero creo que el gobierno ha hecho una jugada pragmática que le ha salido bien", defiende Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano y especialista en temas europeos.

"Es cierto que Barroso puede conectar con una serie de temas que le importan a España, por lo que merece la pena apoyarle, que te deban una y cobrarla por otro lado", señala José Ignacio Torreblanca, director de la oficina en Madrid del European Council of Foreign Relations.

Entre esos privilegios puede estar, a nivel inmediato, que el comisario español sea uno de los que tengan las carteras de peso dentro del nuevo colegio de comisarios de Barroso, algo fundamental teniendo en cuenta que con 27 miembros en su equipo el líder portugués se ha caracterizado durante su gestión a fortalecer a un grupo selecto de comisarios para darles más peso político.

En manos del Consejo

En realidad, la 'mano' de Barroso con el gobierno español no es más que un ejemplo que resume las virtudes y los defectos de su gestión. Respaldado unánimemente por los presidentes de los 27, ha conseguido que sus iniciativas legislativas no enfaden a los países con más peso en la UE.

"Se ha ajustado muy bien a las demandas del consejo europeo, ha respondido de manera eficaz a sus demandas, adecuándose al perfil que se buscaba", apunta Torreblanca.

Sin embargo, ese perfil también ha sido criticado por lo que tiene de autocensura en la gestión. "En la UE contentar a todo el mundo es contentar a los grandes estados", matiza Molina, que cree que con Barroso ha bajado el peso de la Comisión en favor del Consejo.

El camaleón

Con todo, no cree que su elección sea mala para Europa, sino al contrario: "La persona menos mala para un puesto es la mejor por definición".

La menos mala porque es la única capaz de conseguir apoyos tan diversos como los de los conservadores británicos, socialistas españoles, gaullistas franceses y democristianos alemanes gracias a sus dotes para modular su discurso en función del interlocutor.

Eso ha provocado también que sus detractores le definan como un 'camaleón', algo que para José Ignacio Torreblanca no es necesariamente malo, ya que "el mandato que tiene un presidente de la comisión es el de un trabajo de coordinación, el de un estratega que sabe lo que va a funcionar o no".

En este sentido, una de las grandes virtudes Barroso es que ha sabido reinventarse a sí mismo. "El primer Barroso no va a ser necesariamente como el segundo; antes la agenda era desreguladora y liberal, ahora estamos en una agenda distinta", recuerda Torreblanca.

Esa nueva agenda promete ser más verde y exigente en la lucha contra el cambio climático -como guiño a los ecologistas- y más social, protegiendo las condiciones laborales -como cuota socialdemócrata-.

Y es que, como se encarga de aclarar el propio Barroso "mi partido político es Europa".