Una biografía muestra los claroscuros de la vida del diseñador Yves Saint-Laurent
- Una biografía lo describe como un hombre lleno de angustias
- Según el libro, las drogas y el alcohol perfilan el retrato del célebre modisto
La biografía escrita por Marie-Dominique Lelièvre sobre el modisto Yves Saint-Laurent, que sale a la venta este miércoles, ya ha suscitado la polémica alrededor del personaje, cuya vida describe llena de angustias, de drogas y de alcohol.
"Anfetaminas, drogas, alcohol empiezan a crear en Yves daños psíquicos irreversibles", destaca el libro en un momento del relato sobre el gran modisto, quien, dice la autora, comenzó a llevar una mala vida a partir de los años 1976-77, cuando se creó el personaje y el artista fue "fulminado" por el genio.
Según este libro, Yves Saint-Laurent, nacido en Argelia en 1936 y muerto en París hace menos de dos años, era un personaje devorado por la angustia de tener que ser el mejor año tras año en su oficio, lo que le llevó a caer en manos del alcohol y de otras sustancias.
El "no" de la pareja del modisto
La autora, que ha escrito biografías de otros personajes importantes de la sociedad francesa, como el músico Serge Gainsbourg o la escritora Françoise Sagan, no ha podido contar con la participación del que fuera pareja del modisto, el empresario Pierre Bergé, personaje clave en la historia de Yves Saint-Laurent, que rehusó colaborar con ella.
En una entrevista publicada el domingo, la escritora relata que el propio Bergé ayudó a crear el personaje de Yves Saint-Laurent y se convirtió en la pareja "que colmaba sus debilidades", por lo que, al ser "indispensable", privó al modisto de su "autonomía".
Asimismo, Lelièvre afirma que, en su adolescencia, el creador sufrió y vivió mal su homosexualidad y fue víctima de burlas en el instituto, algo que, por otra parte, recuerda también el libro, era frecuente entre los homosexuales de su generación.
Tirano, angustiado y exquisito
Lelièvre describe a un hombre de carácter tiránico, que recibía sin dar nada a cambio, lo que era consecuencia, según ella, del "amor incondicional" que tuvo de las mujeres de su familia durante su adolescencia.
Sin embargo, afirma que el modisto tenía un trato exquisito con sus trabajadores, que rendían culto a su personalidad por su dedicación al oficio, a pesar de su carácter y de que para ellos no hubiera horarios.
El libro refleja a un Yves Saint-Laurent angustiado y volcado en su trabajo, y, aunque no depresivo, sí obsesionado con ser el mejor.