Carlos Slim, o cómo amasar la mayor fortuna del mundo desde América Latina
- El hombre más rico del mundo copa las telecomunicaciones en México
- Este ingeniero, hijo de libaneses, compró al Estado su compañía telefónica
- La OCDE denuncia que sus tarifas son altísimas para un servicio mediocre
El empresario mexicano Carlos Slim ha logrado arrebatar a los estadounidenses el trono de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes, que como cualquier observador se pregunta cómo ha podido amasar tal fortuna en un país en desarrollo, una cuestión no exenta de polémica.
Este ingeniero civil de 70 años, viudo y con seis hijos, es el primer latinoamericano que alcanza ese puesto desde que se hace el estudio. El año pasado ocupaba el tercer puesto.
En tan sólo un año la fortuna amasada por este hombre se ha incrementado en 18.500 millones de dólares, para alcanzar los 53.500 millones, cimentada en buena parte en su negocio de telecomunicaciones
Un "monopolio" caro
Y aunque su imperio se ha internacionalizado en los últimos años, lo ha fraguado sobre todo en un país cuya renta per cápita no supera los 14.500 dólares por año. Así, su fortuna equivale al 1% del PIB del país.
Este hecho ha llamado la atención en la propia Forbes. "Es chocante tener semejante fortuna en un país tan pobre como México", ha señalado en declaraciones a Efe Luisa Kroll, la responsable de la investigación llevada a cabo por la revista sobre las fortunas de fuera de EE.UU.
“Es chocante tener semejante fortuna en un país tan pobre como México“
En México, los tentáculos empresariales de Slim cubren múltiples sectores. Y en varios tiene una posición una posición dominante gracias a una débil normativa para combatir los monopolios. Especialmente destacado es su control del sector de telecomunicaciones, donde controla el 90% de la telefonía fija con Telmex y el 75% de la móvil con América Móvil.
También ha levantado muchas críticas las tarifas de su grupo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha insistido en reiteradas ocasiones que están entre las más caras del mundo, algo que rechaza Slim con otros estudios.
Pero es que además, México está en el último puesto de la fila de los 30 países de la OCDE en cuanto a tarifas y velocidad en internet de banda ancha, según Taylor Reynolds, economista de la organización.
"La venta del siglo"
El sector de las telecomunicaciones de México, uno de los motores de la actividad del país, se expandió un 27,2% en el 2008 frente a un 1.3% de la economía en su conjunto, según los datos oficiales.
La riqueza de este hijo de inmigrantes libaneses, considerado por sus allegados como un hombre de hábitos austeros, se consolidó en 1990, cuando consiguió hacerse con el 20% de Teléfonos de México (Telmex), hasta entonces pública, una operación que se conoció en el país como "la venta del siglo".
Por su parte, América Móvil es el operador líder en América Latina, con 201 millones de clientes de celulares.
La crisis también afecta a los ricos
Pese al fuerte impulso que ha logrado su fortuna, Slim, quien a los 25 años fundó su primera empresa, aún no ha recuperado los 25.000 millones que perdió entre 2008 y 2009 afectado, como gran parte de sus compañeros "milmillonarios", por la recesión internacional. Antes, el dueño del Grupo Carso llegó a tener 60.000 millones, pero otros lo han pasado peor.
Entre las recientes operaciones financieras más sonadas en el ámbito internacional destaca la inversión en The New York Times, del que ha conseguido convertirse también en mayor accionista no relacionado con la familia Ochs-Sulzberger, dueña histórica del prestigioso rotativo estadounidense.
Junto al lado empresarial, otra de las destacadas facetas de este hombre es su amor por el arte, del que acumula importantes colecciones con cerca de 72.000 obras, así como su promoción de proyectos de salud con los que busca beneficiar a millones de latinoamericanos, a través del Instituto Carso de Salud.
Esa institución promueve la mejora de la atención médica a los bebés. Slim niega que sus actividades altruistas busquen mejorar su imagen e insiste en que se debe combatir la pobreza no sólo por motivos humanitarios sino porque las empresas son más rentables cuando se eleva el poder adquisitivo de las personas.