Equipos de rescate cavan en las escuelas chinas para evitar otra tragedia como la de Sichuan
- Los muertos aumentan a 617 y hay rescatadas entre 1.000 y 2.000 personas
- Los supervivientes soportan bajas temperaturas a la interperie
Hace casi dos años, la caída como piezas de dominó de las escuelas de Sichuán debido al devastador terremoto que azotó la provincia indignó a la habitualmente tranquila población china.
Buena parte de los 80.000 muertos fueron niños que murieron bajo los escombros de sus escuelas, que habían sido construidas con materiales baratos, lo que disparó las acusaciones de corrupción contra los dirigentes locales.
Este fantasma ha vuelto a recorrer el país cuando el seísmo de magnitud 7.1, que ha azotado la provincia de Qinghai -vecina de Sichuan- y deja ya un balance de 617 muertos, ha vuelto a mostrar escuelas destruidas y niños sepultados.
Los medios chinos aseguran que "al menos 56 estudiantes han fallecido y otros 40 que continúan atrapados tienen pocas posibilidades de sobrevivir". Kang Zifu, un responsable de los servicios de seguridad reconoce que su prioridad ahora es rescatar a los alumnos, porque las escuelas son lugares propicios para que un montón de gente quede atrapada. Por ello se han intensificado las labores de rescate.
Sin tiempo para escapar
"Las clases de la mañana no habían comenzado cuando ocurrió el terremoto. Algunos de los alumnos escaparon de la residencia de estudiantes vivos pero otros no tuvieron tiempo y quedaron sepultados" explica un profesor.
"Los estudiantes se fueron despertando y se preparaban para ir a la escuela en el momento del terremoto. He recuperado varios cuerpos de los escombros y estaban ya vestidos", cuenta Zhu Liang, un chófer que conduce el autobús de otra escuela vecina.
"La mayoría de las escuelas en el condado de Yushu fueron construidas recientemente y deberían haber sido capaces de resistir el seísmo", ha declarado a la agencia Xinhua Wang Liling, un trabajador voluntario de una organización benéfica que se encarga de la educación de los niños en la zona.
Un rescate complicado
Los equipos de emergencia continuan rescatando con vida a gente bajo los escombros. El último balance señala cerca de 2.000 personas, según la radio local, y 1.000, según la agencia Xinhua.
En la ciudad de Jiegu (en tibetano denominada Gyegu), una de las zonas más perjudicadas por el seísmo, con una población de 100.000 personas y donde se encuentra el gobierno del distrito, el 85% de las viviendas, la mayoría hechas de madera y con paredes de barro, quedaron destruidas.
Casas, templos, gasolineras y postes eléctricos se derrumbaron por el seísmo, además de producirse deslizamientos de tierra, daños en las carreteras y cortes en los suministros eléctricos.
El hecho de que Jiegu esté situada en una zona remota en la que el seísmo provocó importantes daños en los caminos dificulta las tareas de rescate y el envío de maquinaria.
Por ello, "soldados y civiles tuvieron que quitar los escombros con sus propias manos mientras esperaban la llegada de las máquinas", explica un testigo presencial, quien agrega que las labores de socorro se ven perjudicadas por el hecho de "trabajar a una altitud de más de 4.000 metros".
El comandante del Ejército de Liberación Popular (ELP) de Yushu, Wu Yong, apunta además que "las frecuentes réplicas y los fuertes vientos dificultan las operaciones". Liu Jie, del Centro de Red Sismológica de China, ha explicado que "se pueden producir réplicas superiores a 6 grados en los próximos días".
Temperaturas gélidas a la interperie
La mayor parte de los supervivientes que han perdido sus casas han tenido que permanecer a la intemperie durante la noche con unas temperaturas mínimas de dos grados centígrados, mientras que otros han buscado refugio en los edificios que no han resultado afectado, señala el periódico Nuevo Pekín.
A pesar de que el Ministerio de Asuntos Civiles ha enviado 5.000 tiendas de campaña, 50.000 abrigos y 50.000 mantas a la zona, la prensa hace hincapié en que este esfuerzo es todavía insuficiente.
El secretario del Partido Comunista de China de la zona, Jia Yingzhong, ha pedido a los cuadros locales destinar todos sus esfuerzos en el trabajo de rescate y "quienes no cumplan esa labor serán despedidos de inmediato", sentencia.
Por el momento, el gobierno chino ha anunciado que destina 29,3 millones de dólares en ayuda. El presidente de China, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, han pedido máximos esfuerzos para salvar vidas y ofrecer asistencia a las víctimas.
Cerca de 700 soldados trabajan en las tareas de desescombro y otras 5.000 personas, entre militares y personal médico, han sido enviadas a la zona.
El seísmo, con una profundidad de 33 kilómetros, se produjo el miércoles y su epicentro se localizó a 33,1 grados latitud norte y 96,7 grados longitud este en el distrito de Yushu, en la prefectura autónoma tibetana del mismo nombre, y que tiene una altitud de más de 4.000 metros.
Qinghai, habitada por tibetanos, mongoles, hui (musulmanes) y chinos de la etnia mayoritaria, fue una de las zonas afectadas por el seísmo que en mayo de 2008.
El oeste de China, con grandes cadenas montañosas como el Himalaya, es una zona de frecuentes terremotos, aunque muchos de ellos se producen en áreas poco pobladas o deshabitadas.