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La disciplina fiscal se impone en el G-20

  • El G-20 acuerda un calendario para reducir el déficit y estabilizar la deuda
  • Sin embargo, cada país cumplirá el objetivo a su propio ritmo
  • Zapatero apunta la posibilidad de ampliar el Fondo de Garantía de Depósitos

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La cumbre del G-20 en Cánada ha echado el cierre sin apenas acuerdos concretos

Los países más ricos del mundo, agrupados en el G-20, han acordado un calendario para equilibrar sus cuentas públicas antes de 2016. Pero emprenden caminos separados para alcanzar el mismo objetivo: un crecimiento "sostenido y equilibrado".

Como ha señalado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, "cada economía es única, y cada país establecerá su camino", aunque asegure que todos se mueven "en la misma dirección".

Pero a diferencia de las tres cumbres anteriores, la cita de Toronto no ha sido capaz de lograr una receta común para apuntalar una recuperación económica "frágil y desigual". Además, Alemania y China ganan peso a costa de EE.UU. Se impone la disciplina fiscal en contra del criterio de Washington y Pekín consigue que no se mencione el yuan.

El resultado ha sido más bien un equilibrio a la carta entre dos posiciones bien diferenciadas. De un lado, la disciplina fiscal para recuperar la confianza de los mercados. Del otro, seguir manteniendo los estímulos económicos para no estrangular la recuperación antes de tiempo. La canciller alemana, Angela Merkel, cree que el encaje logrado es "más de lo que esperaba".

Cada uno a su ritmo en el ajuste

Las mayores economías del planeta se han comprometido a reducir "al menos a la mitad" el déficit en sus cuentas públicas. El objetivo es a tres años y no plantea problemas especiales dado que Europa es mucho más ambiciosa en la reducción. EE.UU. ya se había fijado ese recorte y Obama ha abogado por reformar la fiscalidad "injusta y desordenada" de la primera potencia.

Asimismo, los miembros del G-20 han acordado "estabilizar o reducir la deuda pública" en seis años. Un compromiso más complicado de materializar, ya que el agujero ha crecido por el rescate del sistema financiero y los planes de estímulo, amén de los problemas endémicos del coste de las pensiones y la Sanidad.

El secreto para compaginar las distintas posturas es que cada país avanzará a su propio ritmo. Adoptará políticas "diferenciadas y ajustadas" a sus propias prioridades nacionales. De hecho, el calendario acordado es un marco común mas que un plazo firme. Y un buen ejemplo es que Japón queda exento de los objetivos de forma explícita. Aunque tenga la mayor deuda, la financia con el dinero de sus ciudadanos.

España va por delante. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha defendido las reformas estructurales para lograr un crecimiento "sin déficit público" y ha dicho que no vacilará a la hora de aplicar los ajustes aprobados porque la reducción del déficit es "imperiosa". Zapatero se ha mostrado satisfecho por la "definitiva consolidación" de nuestro país en el foro del G-20.

Impuestos a la carta

El desacuerdo de fondo es más patente incluso en los impuestos a la bancaSe deja libertad a cada país para implantar una tasa bancaria o endurecer los requisitos de capital a las entidades. Ni siquiera se propone un marco común para gravar las transacciones financieras.

El G20 admite que el sector bancario debe pagar el coste de la crisis para el contribuyente, pero reconoce que existen "distintos planteamientos" para que las entidades "contribuyan de manera justa y sustancial" a su rescate. La reforma financiera se estudiará en la próxima cumbre que tendrá lugar en Seúl en noviembre, y se aplazan los requisitos de capital, "significativamente más estrictos", para 2012.

Entretanto, Alemania, Francia y Gran Bretaña ya han decidido recaudar un impuesto para nutrir un fondo de rescate y evitar que los contribuyentes vuelvan a pagar el pato. "Europa debe mostrar el camino, es difícil que todo el mundo vaya en la misma dirección pero al menos se ha aceptado el concepto", ha dicho el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

En el caso español, Zapatero ha defendido la tasa y ha reconocido que es posible que haya que ampliar la base de cotización del Fondo de Garantía de Depósitos, que no sólo cubre las cuentas de los clientes sino que también permite el rescate de los bancos. Ese fondo se nutre de las aportaciones de las entidades financieras, que "seguramente no acogerán con gran entusiasmo" la ampliación, ha reconocido Zapatero.

El presidente de EE.UU., Barack Obama, ya propuso la tasa bancaria el pasado mes de enero pero no figura en su reforma financiera, aunque el Congreso podría implantarlo este mismo año. Por contra, otros países como Canadá y buena parte de los emergentes, se oponen porque su sistema financiero ha salido relativamente indemne de la crisis y no fue en ningún caso responsable de ella.