Corea del Norte, país secreto
- En Portada recupera el primer reportaje realizado por una TV española en Corea del Norte
- Rosa María Calaf, autora del guión, nos revela la trastienda de aquel trabajo
- Con él , la web del programa inaugura una nueva sección: "el reportaje del mes"
Cuando llegué a Pyongyang en junio del 2000, no pude evitar un ¡por fin! de satisfacción. Hacía años que deseaba visitar aquel país, convertido por la dictadura que lo oprime en inaccesible.
Con mi querido y admirado Jose Maria Llanas, mi realizador de cabecera en TVE y tan curioso por el mundo como yo, habíamos soñado aquel viaje una y otra vez. Incluso, en los 80, pedimos reiteradamente un visado en Paris . Sin éxito alguno, por supuesto.
20 años después , ¡yo estaba allí!. Aunque, tristemente sola. Un injusto infarto nos privó de Jose María hace ya algún tiempo. Pero, no de su entrañable recuerdo y, por eso, le dedicamos aquel reportaje que hubiera sido también suyo.
El reto de llegar a Pyongyang
En la fachada de la terminal del aeropuerto, el desmesurado y onmipresente retrato del 'Gran Líder' Kim Il Sung -ya fallecido, pero todavía y para siempre Presidente de la Nacion- y, a pie de escalerilla, una delegación oficial exhibiendo en la solapa la ineludible insignia con su rostro, fueron el marco de la inequívoca bienvenida a la tierra que ahora dirige, 'el Querido Lider', Kim Jong Il, hijo del fundador de la primera dinastía comunista.
Enseguida quedó claro, por si había alguna duda, cómo era la cosa. Dos de los funcionarios iban a acompañar de avión de llegada a avión de partida al equipo de TVE, el primero de una televisión de España autorizado a trabajar en aquel hermético territorio. Para no perdernos de vista, se alojaron también en nuestro hotel, pese a ser el único que había entonces para extranjeros y estar vigilado sin resquicio alguno para el escape.
De hecho, con el embajador Bregolat intentamos un paseo nocturno que fue, inmediatamente, frustrado. Caminamos unos 150 metros casi en plena oscuridad porque la electricidad se gasta allí sin regateo solo para iluminar monumentos a mayor gloria del régimen. Vislumbrabamos un edificio tenuamente alumbrado que resultó ser una estación y... Nuestro fin de trayecto.
Fuimos interceptados con gestos, conducidos con amabilidad a una sala de rancios sillones de terciopelo verde oscuro protegidos por macasares de macramé y acompañados de vuelta al hotel. Durante las noches, sonaba mi teléfono un par de veces sin respuesta al descolgar. Supongo que, por si acaso... Para comprobar que no no me había descolgado por la ventana hacia no sé dónde.
Se iban a establecer relaciones diplomáticas entre España y Corea del Norte y, gracias a eso, estábamos allí. A eso, a mi testarudez y a la inestimable ayuda de Exteriores.
Cuando José María Aznar anunció, unos meses antes, esa decisión al hilo de la tomada en el mismo sentido por Tony Blair -aunque no secundada por todos los miembros de la UE-, empecé a dar la lata sin descanso y la presencia de TVE se coló en la negociación entre ministerios .
Así que, en mano el preciado e 'imposible' visado entregado en la capital de China -vecina y sola protectora de Corea del Norte- TVE se montó en el, entonces, único vuelo de las líneas norcoreanas. Salía de Pekín y para entretener al pasajero ofrecía folletos sobre "Las mil y una bondades" que le esperaban al llegar.
La trastienda del reportaje
El relato de lo que vimos y la imagen de lo que nos dejaron grabar conforman el En Portada realizado, pinceladas de cuya trastienda les cuento ahora. Vimos poco y nos dejaron grabar menos .
Encontrábamos en plazas y avenidas grupos y grupos de gentes practicando tablas de gimnasia o instrucción militar. "No se les puede molestar con la cámara, se están divirtiendo", nos repetían nuestros vigilantes.
Cuando pedíamos para preguntar a los viandantes, nos decían que no se les podia parar porque iban con prisa.
Únicamente, consegui salir fugazmente a un campo diezmado por la sequía con mi insistente pretexto de que debíamos mostrar la necesidad de la ayuda alimentaria que enviaba Bruselas. Aunque, ¡eso sí! , seguida de una incongruente merienda a base de cestillos de deliciosos fresones y otra frutas invisibles en las desabastecidas estanterías locales.
El último día revisaron el material grabado. Era aparentemente inocuo dada la censura continua. Sin embargo, un alto funcionario me advirtió, en perverso chantaje , que si "calumniaba al Querido Lider" en mi reportaje, los encargados de ayudarme -eufemismo con el que se refería a nuestros controladores- serían sancionados severamente por haber hecho mal su trabajo.
"Me sorprende mucho, le respondí , porque es evidente que yo soy la única responsable y no puedo creer que 'el Querido Lider' en su infinita bondad cometa tal injusticia".
En mi presentación a cámara, además, había descrito, adrede, cómo nuestros acompañantes cumplían con la tarea encomendada de ponernos todo tipo de trabas. Seguamente, no tenían otra opción y fue lo que se me ocurrió para tratar de evitarles problemas.
Las situaciones resultaban, a menudo, tan esperpénticas que iban a permitirme ilustrar bastante ajustadamente la realidad y, desde luego, no a gusto del privilegiado funcionario del régimen.
“Sigue siendo necesario contar lo que ocurre en Corea del Norte“
Me cuentan que, últimamente, parece haber mejorado algo el duro vivir cada día en esa especie de parque temático stalinista. Aunque el cambio es ligero, muy ligero, y en lo material, no en las libertades.
Sigue, pues, siendo necesario contar lo que ocurre en Corea del Norte.