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Por qué España no es Irlanda... o no debería serlo

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Una de las frases más escuchadas desde el comienzo de la crisis de Irlanda ha sido “España no es Irlanda, ni lo será”. Con ella se trata de marcar distancias respecto al país celta para dejar claro que la situación económica española no desembocará en un rescate internacional como el que negocia en estos momentos el Estado irlandés con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero, ¿por qué no somos Irlanda?.

Según los economistas, la única similitud entre España e Irlanda es que el estallido de la burbuja inmobiliaria ha sido el origen de los actuales problemas de ambos países. También coinciden en el asedio por parte de los mercados financieros que han sufrido en los últimos meses.

A partir de ahí, las diferencias entre los dos casos son notables, empezando por su tamaño, el de su economía y, sobre todo, la realidad de sus sistemas financieros y su deuda pública.

Sistema financiero

Los bancos irlandeses tienen más fondos concedidos como créditos que la cantidad que guardan como depósitos de sus clientes, y lo tienen en una proporción de 2 a 1. En España esa proporción es de 1,3 a 1.

A eso se añade que los activos totales en manos de los bancos de Irlanda multiplican por 10 el PIB de todo el país. En el caso español, los activos totales bancarios casi triplican el PIB nacional.

Además, las pérdidas de las entidades españolas se concentran en el sector inmobiliario, mientras que en Irlanda, sus bancos también invirtieron grandes cantidades en las subprime estadounidenses, es decir, los paquetes formados por hipotecas de alto riesgo que son el origen de la crisis económica internacional.

El principal problema del sistema financiero español es que aún desconoce el coste final que tendrán sus inversiones en la construcción.

Hasta ahora, las entidades han ido engordando sus carteras al absorber viviendas como resultado de impagos o quiebras. En paralelo –en cumplimiento de las normas del supervisor bancario, el Banco de España, y bajo su estricta vigilancia-, han aumentado sus provisiones, es decir, el colchón de capital que reservan para hacer frente a posibles agujeros o fallos en sus activos.

Aún así, el Banco de España ha anunciado que acercará aún más la lupa sobre las propiedades inmobiliarias en poder de los bancos para tratar de ajustar lo máximo posible el valor real que está en sus manos.

La transparencia perseguida por el supervisor bancario español se demuestra con los test de solvencia que se realizaron a la banca europea este año y a los cuales España sometió a más del 95% de su sistema financiero, mientras que el resto de Europa superó por poco el 50%.

Déficit y deuda pública

El déficit de las cuentas públicas irlandesas se situó en 2009 en un 14,3%, pero el rescate que el Gobierno de Dublín ha prestado a sus bancos ha elevado esa cifra hasta un 32% del PIB del país.

En España, el déficit el año pasado fue de un 11,2% y para este ejercicio se espera terminar con un 9,3%.

En cuanto a la deuda pública -es decir, el dinero que ha pedido Irlanda en el mercado para financiarse y que deberá devolver con intereses-, equivalía en 2009 al 64% del PIB nacional.

En el caso español, esa deuda suponía el año pasado un 47,8% del PIB.

Las diferencias son mucho más elevadas a la hora de analizar la deuda externa bruta que ambos tenía hace un año: Irlanda del 979,4% y España del 168,1%.

Esa diferencia es consecuencia del endeudamiento de su sistema financiero con bancos extranjeros -sobre todo, alemanes y británicos-, que ahora sufren una enorme exposición en el país celta.

Sector inmobiliario

La burbuja inmobiliaria produjo que entre 1997 y 2010 los precios de la vivienda subieran un 187%. En España, ese encarecimiento fue del 162%.

Esa escalada de precios provocó que los inmuebles estuvieran sobrevalorados en un 15% en Irlanda, y en un 50% en el mercado español.

La explosión de la burbuja inmobiliaria ha desencadenado un rápido y drástico reajuste de los precios que ha sido mayor en Irlanda: en algo más de dos años, han caído un 37% en la isla y sólo un 18% en España.

Competitividad

Según los expertos, Irlanda era hasta ahora una de las economías más competitivas de Europa debido a los bajos impuestos que gravaban la actividad económica y a un mercado laboral muy flexible.

El símbolo de esa apuesta económica es el impuesto de sociedades, de tan sólo un 12,5%, frente al 30,2% que pagan las empresas en España.

Con ese gancho han atraído a su territorio a empresas punteras como Google, Microsoft o Intel –cuyas sedes en Europa se asientan en Dublín-, lo que ha favorecido la especialización en los sectores tecnológicos y de innovación (I+D+i).

Así, el porcentaje de riqueza del país que genera la industria en Irlanda es del 46%, mientras que en el caso español se queda en un 24%.

Con esos mimbres, Irlanda coloca muy bien sus productos y servicios en el extranjero (es muy competitiva), con lo que logró un superávit comercial de 45.480 millones de euros el año pasado, que contrasta con el déficit de 63.600 millones que obtuvo España.

Esa capacidad de producción especializada se refleja en otro dato: el 30% de la población irlandesa cuenta con un bajo nivel educativo, mientras que ese porcentaje sube hasta un 49% cuando se habla de la población española.

Paro

Como consecuencia de todo lo anterior, el paro en España es mucho más elevado que en Irlanda: un 14,1% de la población del país celta estaba sin empleo hasta septiembre de 2010, mientras que en el caso español, la tasa de desempleo se eleva ya a un 20,8%.