El último discurso del rey de los dictadores árabes
- El líder libio pronuncia un discurso iracundo de más de una hora
- Su incapacidad para dirigirse a los jóvenes se plasma al llamarles drogadictos
- Habla de él en tercera persona en una manifestación de megalomanía
- Su lectura del código penal libio evidencia la crudeza del régimen
"Los jóvenes de China fueron aplastados por los tanques. Nadie puede permitir que su país se convierta en el hazmerreír de todo el mundo".
Con estas palabras crudas y de supuesta reminiscencia histórica, el líder libio, Muamar el Gadafi mostraba hasta qué punto está alejado de los jóvenes que han salido a la calle para tumbar su régimen, tal y como hicieron otros miembros de su generación en Túnez y en Egipto.
Además, les dibujaba el futuro que ha dibujado para ellos, inspirado en el pasado más sangriento: el de la noche de entre el 3 y el 4 de junio de 1989, cuando el ejército popular chino, apoyado en taqnues, ponía fin a semanas de revueltas de los jóvenes disparando con fuego real.
Murieron 300 personas, según las cifras oficiales; 1.300 según Amnistía Internacional.
A esos jóvenes, Gadafi solo les ha lanzado un mensaje: unirse a los comités populares del régimen, ponerse una banda verde e identificarse como miembros de la revolución para no sufrir las consecuencias de la respuesta que ha pedido a su seguidores contra los revueltas.
Si no, tendrán que enfrentarse a penas de muerte relatadas por el mismo líder libio en una lectura tenebrosa del código penal del país, después de asegurar sin sombra de ironía que hasta ahora no se había empleado la violencia contra los ciudadanos.
Y es que durante su intervención de 75 minutos ante sus partidarios en Trípoli, retransmitida por la televisión estatal y seguida cone stupor en medio mundo, lejos de responder a las peticiones de los jóvenes, Gadafi se ha mantenido desafiante, jurando morir como un mártir.
Luego, ha recordado que la revolución que él encabeza no le ha dado papel alguno como presidente, así que no tiene ningún cargo por el que dimitir.
Pero, en realidad, su tono desafiante ha mostrado que nada más lejos de su intención. "Salid a la calle, perseguidlos casa por casa", les ha pedido a sus partidarios.
Éstos han recibido su demanda con gritos y vítores en las calles del centro de Trípoli. El enfrentamiento civil, tal y como predijo su hijo Saif hace tan solo 48 horas, está servido.