El rey de los conejos gigantes vivEl rey de los conejos gigantes vivía en Menorca
- Poblaron Menorca hace entre tres y cinco millones de años
- Pesaban unos 12 kilogramos, seis veces más que los conejos actuales
- En su época convivieron tranquilamente con otros animales gigantes
Era un conejo enorme e incapaz de saltar. Tenía las orejas cortas y los ojos pequeños. Vivía en Menorca hace 3-5 millones de años y se pasaba los días remoloneando y comiendo con toda la tranquilidad del mundo. Los científicos los han apodado como el Rey de los Conejos.
Los fósiles de este conejo tan particular se hallaron en 1989 en Punta Nati en una pared rocosa situada al lado de un pozo vertical comunicado con el mar.
Los encontró un jovencísmo Josep Quintana, que acababa de comenzar sus estudios de Geología. Cuando encontró el primer hueso tenía 19 años.
"Siempre recordaré ese momento: al intentar extraer el hueso, este se rompió en varios fragmentos. Dudé unos momentos en tirar los trozos al interior del pozo. En lugar de ello, lo reconstruí", rememora para RTVE.es.
Unos meses más tarde Quintana enseñó los huesos de cráneo a la paleontóloga alemana Meike Köhle, del Institut Català de Paleontologia, y al antropólogo Salvador Moyá Solá.
Al principio no sabíamos qué era. "Ella sugirió que se trataba de un conejo. Entonces nos dimos cuenta de que era un animal completamente nuevo para la ciencia", relata con emoción. "Ese día salí del Institut con la sensación de flotar".
En 1994 encontraron un nuevo yacimiento. Los huesos estaban muy fragmentados y se encontraban en el interior de una roca muy dura. Fueron necesarios cuatro años para recuperar suficientes huesos para iniciar el estudio científico del conejo.
Köhle explica con humor a que "ha sido un trabajo de chinos". Los fósiles estaban situados en un terreno calcáreo de difícil acceso. "Cortábamos los trozos de terreno y nos los llevábamos en carretillas", comenta por teléfono. Luego, en el laboratorio el trabajo continuaba.
Ahora, el paleontólogo con sus estudios terminados en la Universitat Autònoma de Barcelona ha centrado su tesis en el superconejo. La revista Journal of Vertebrate Paleontology ha publicado el estudio de los fósiles y le dedica su portada.
Nada que ver con los conejos actuales
El Rey de los Conejos, cuyo nombre científico es Nuralagus rex, es muy diferente a los conejos que conocemos hoy en día.
Estos sienten las amenazas de los depredadores por aire y por tierra. Por eso tienen los sentidos agudizados y son rápidos. Sin embargo, el conejo prehistórico de Menorca vivía en un ambiente libre de depredadores, así que su físico era muy distinto.
Pesaba unos 12 kilogramos, era seis veces más grande que los actuales conejos silvestres europeos. El esqueleto era robusto y su columna tenía poca capacidad de flexión y extensión. Por eso los científicos creen que el superconejo no podía saltar.
“Era un conejo torpe algo así como un castor fuera del agua“
"Creo que era un conejo torpe… algo así como un castor fuera del agua", comenta Quintana. Así que el Rey de los Conejos pasaba el tiempo, caminando y cavando en busca de raíces y tubérculos para comer.
Las partes del cráneo relacionadas con los sentidos ocupaban un área bastante pequeña. Los investigadores sugieren que el superconejo perdió su agudeza visual y parte de la capacidad
Así que sus orejas no debieron ser eran altas con pabellones auditivos enormes como los conejos silvestres que viven hoy en día sino bajitas y pequeñas.
Las cuencas de sus ojos también eran también más pequeñas en comparación con los conejos actuales así que sus ojos eran pequeños. No necesitaba ver demasiado.
El Rey Conejo no era el único ser enorme en la Menorca prehistórica. Convivía tranquilamente con otros animales gigantes como el lirón Muscardinus cyclopeus, el murciélago Rhinolophus cf. Grivensis y la tortuga Cherirogaster gymnesica.
Gigantismo insular
Los científicos creen que el superconejo sufrió un fenómeno llamado gigantismo insular. En las islas los recursos y el espacio están limitados y muchos herbívoros se extinguen porque no hay vegetales para todos.
Los que quedan no son suficientes para alimentar a los depredadores, que se extinguen. Entre los herbívoros que quedan comienza una competencia feroz, incluso entre los de la misma especie.
En estas condiciones, las especies tienden a usar la energía que obtienen en aumentar su tamaño en vez de en reproducirse, para evitar más bocas que alimentar.
El tamaño grande las permite acumular más grasa para afrontar los tiempos de escasez y un intestino más largo para extraer más nutrientes de los alimentos.
Hay más casos conocidos además del conejo de Menorca. En la Isla indonesia de Flores había ratas gigantes, en las islas Baleares había musarañas enormes o las actuales tortugas gigantes de las Galápagos.