Enlaces accesibilidad

Bin Laden ha muerto, ¿y ahora qué?

  • La operación ha acallado a todos los que aseguraron que ya estaba muerto
  • Su muerte tendrá consecuencias para Al Qaeda, la seguridad mundial y EE.UU.
  • El revulsivo moral para EE.UU. beneficiará al presidente Barack Obama

Por
Y después de la muerte de Bin Laden, ¿qué?

"¿Qué ocurriría si Bin Laden fuera capturado o eliminado?". Desde finales de 2001 hasta hace muy pocas horas esa era la pregunta esencial que se planteaba a cualquier experto en terrorismo yihadista. Y cuando se omitía solo era para ser sustituida por otra: "¿cree usted que Osama Bin Laden pudiera estar muerto?".

Este segundo interrogante ha dejado de tener sentido, salvo para recordar el crédito que no pocas personas y algún que otro medio de comunicación supuestamente bien informados concedieron a ciertos rumores que tan bien encajaban en diversas versiones conspirativas de la denominada “guerra contra el terror”.

El destino ha querido que fuera Barack Obama, y no el presidente George W. Bush, quien pusiera fin a esos rumores: no,  la Casa Blanca no mantuvo oculta la muerte de Bin Laden sino que la buscó con ahínco y tardó casi diez años en conseguirla. Ahora ya lo sabemos.

De modo que regresamos a la otra cuestión, la única que siempre resultó relevante: "¿qué ocurrirá ahora que se ha confirmado la muerte del líder y fundador de Al Qaeda?". Plantear una respuesta tajante a este tipo de interrogantes resulta enormemente aventurado y, por ello, lo más sensato sería limitarse a explorar las diversas consecuencias que podrían seguir al suceso.

La sucesión al frente de Al Qaeda

Como mínimo,  las repercusiones de la muerte de Bin Laden podrían hacerse notar en tres áreas diferentes. La primera de ellas, por supuesto, remite al futuro de la propia Al Qaeda, al menos a lo que los analistas llaman “Al Qaeda central”: el núcleo de líderes yihadistas de alto rango y el pequeño grupo de avezados militantes que hasta ahora respondían a las órdenes directas de Bin Laden y que permanecían en su entorno más próximo.

Lo cierto es que esta Al Qaeda original ya lleva años viviendo una etapa de decadencia y no hay duda de que la pérdida del carismático líder saudí supone un durísimo golpe que pone en riesgo su misma continuidad. De entrada, cundirá seguramente la desorientación entre los servidores directos de Osama y es posible que algunos militantes decidan ocultarse, poner tierra por medio o desvincularse de la organización.

Por su parte, es de esperar que los líderes de Al Qaeda central que aún permanecen vivos traten de tomar el relevo de Bin Laden como primera autoridad, empezando por el número dos: el egipcio Ayman Al Zawahiri.

Pero que Bin Laden fuera capaz de concitar el respaldo unánime de todos los jefes de Al Qaeda no garantiza que pueda lograrlo alguno de sus lugartenientes, y es sabido que el propio Al Zawahiri mantiene relaciones problemáticas con alguno de sus compañeros.

Posibles represalias para vengar su muerte

Así que no sería extraño que Al Qaida central padeciera de inmediato o en breve plazo una crisis de sucesión. Dicha crisis conllevaría la fragmentación de una organización terrorista menguante y, en el peor de los casos para Al Qaeda (y el mejor para el mundo) podría acelerar su disolución.

La eliminación de Bin Laden tampoco puede dejar de afectar a las otras manifestaciones del movimiento yihadista global. No puede descartase que grupos o individuos ideológicamente afines a Al Qaeda pero desconectados de tal organización intenten reaccionar en las próximas semanas o meses actuando con violencia para vengar la muerte de su “héroe”.

La efectividad de complot terroristas improvisados puede ser variable, pero es lógico que las agencias de seguridad de todos los países occidentales y de Pakistán y Afganistán se apresten a extremar las medidas de vigilancia para tratar de prevenir este tipo de ataques.

Un empujón para la reelección de Obama

En otro sentido, las organizaciones yihadistas y franquicias de Al Qaeda que permanecen activas en otras partes del mundo lamentarán la muerte del sheyj Bin Laden y tratarán de aprovecharla con fines propagandísticos. Una vez desaparecido sus hagiógrafos recordarán aquellas palabras suyas pronunciadas hace ya algunos años para hablar de su futura propia muerte: "tanto si matan a Bin Laden como si sobrevive, el despertar ha empezado, alabado sea Alá"·.

Es seguro que las filiales de Al Qaeda y los yihadistas en general no interrumpirán sus actividades

Por este y otros motivos, es seguro que las filiales de Al Qaeda y los yihadistas en general no interrumpirán sus actividades ni pondrán en cuestión sus métodos violentos ni sus agendas políticas, al menos no a corto plazo. De otro lado, las páginas web yihadistas se convertirán en escenario de una intensa pugna entre los líderes radicales que ya llevan cierto tiempo tratando de tomar el lugar de Osama.

Por último, acabar con Bin Laden va a suponer un revulsivo moral para Estados Unidos,  su Ejército, sus servicios de inteligencia y sus fuerzas de seguridad. La persecución de los terroristas se reforzará, al igual que mejorarán las expectativas sobre el futuro de la campaña afgana.

Este efecto moral aumentará la popularidad del presidente Obama. Habrá que observar cómo afecta a las relaciones diplomáticas y la colaboración con Pakistán, una cuestión delicada sobre la que es difícil pronunciarse en estos momentos.

Luis de la Corte Ibáñez. Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad. Universidad Autónoma de Madrid