'Los convencionales humoristas': un sainete de Pío Baroja publicado en 2011
- El manuscrito apareció 'encolado' en un libro de 1942
- Por la letra borrosa se considera una obra tardía
- Narra la peripecia de unos nobles que huyen de la Revolución Francesa
- El sainete en tres actos está ambientado en una aldea del País Vasco francés
No todos los días se publica una obra inédita de Pío Baroja (San Sebastián, 1872- Madrid, 1956). La que nos ocupo ha sido publicada en 2011 por Caro Raggio, la editorial con sede en Madrid que se ocupa exclusivamente del universo artístico de los Baroja y que es, al mismo tiempo, la página oficial de la familia en Internet.
El manuscrito consta de 63 cuartillas encoladas sobre las páginas de un libro a modo de bastidor. El libro se titula "Geografía Histórica de la Villa y Puerto de Portugalete" y fue editado en 1942 por la Diputación de Vizcaya.
No está fechado. En la cubierta figura, escrito por don Pío figura el titulo: "Los convencionales humoristas, fantasía", escrito con letra vacilante, lo cual nos hace creer que se trata de una de las últimas obras del escritor donostiarra (que residió la mayor parte de su vida en Madrid). Una obra que podría haber sido escrita alrededor del año cincuenta del siglo pasado.
El resto de cuartillas fueron copiadas a mano por el sobrino Julio Caro Baroja.
La nobleza conoce a los vascos
Una madura marquesa, la marquesa de Roche Pozay, acompañada de una hija de 23 años (Madame de Florimont) y un viejo primo, el conde de Longueville -menos práctico que la marquesa y más aferrado al Antiguo Régimen- llegan huyendo de París, a una aldea del País Vasco Francés, en la misma frontera con España. Es la época del Terror.
En París, el abate Dithurbide, "confesor de medio París" les ha recomendado que su hermano, dueño de una posada les acogerá y les ayudará a alcanzar España.
Las aventuras comienzan nada más llegar ya que confundirán la pensión de Dithurbide con la pensión de la Revolución donde les les cierran las puertas y le dicen al conde que allí no reciben huéspedes de su casta. "A buen sitio a venido a parar, vieja cotorra", le grita desde la ventana la criada de la Posada de la República.
Antes del altercado, la sagaz marquesa ya había dudado de los vascos, en unas palabras que dejan ver la clarividente y ácida opinión habitual del escritor sobre su pueblo "Yo siempre dudo de que los vascos sean fieles súbditos de la corona. Son gente díscola, sin respeto a la nobleza y a las instituciones". Más tarde añade la marquesa: "en materia de religión puede que los vascos franceses anden bien. Pero no aman a la patria"
Encontrarán en la misma plaza la posada correcta. Desde su ventano, una criada que al conde le parece "un periodista venido de la tierra de Benjamin Franklin", les pregunta qué opinan de Danton. La contestación del conde no se hace esperar: "que es un monstruo de ignominia y concupiscencia, un ser como no lo ha dado la humanidad desde los tiempos de Sardanápalo y Nerón"
"Habla usted mejor que el vicario Etchegoyen", dirá la criada de Dithurbide. El y los suyos -que sí respetan al rey y las antiguas leyes- les ayudarán y todos se verán envueltos en varios enredos con las autoridades revolucionarias Enredos propios de vodevil gracias la intervención de un comisario enamoradizo.
Con él pactará, la joven noble, Madame de Florimont, la tranquilidad d de su familia y Dithubide. No queda claro qué dará a cambio pero las palabras de la joven nos lo hacen imaginar: "el ciudadano Lajeunese es un hombre de porvenir"
Arlequín, mancebo de botica
El libro publicado por la Editorial Caro Raggio se completa con otro pequeño sainete en un solo cuadro y de menor consistencia: Arlequín, mancebo de botica o Los pretendientes de Colombina.
Esta obrita fue escrita expresamente escrita en 1926 para 'El mirlo blanco', el "teatro de cámara" fundado por la cuñada de Pío Baroja, Carmen Monné, en la propia casa familiar. El mismo Pío Baroja llegó a interpretar el personaje del señor Pantalón, el padre de una Colombina, que trabaja en una farmacia, que sólo se ocupa de su canario y que tiene a su alredededor a cientos de pretendientes.
Como advierten desde la editorial, las dos piezas del libro "profundamente barojianas, desternillantes y sencillas que se pueden leer con la agilidad de un cómic o de una novela corta" y que nos ayudan a conocer el teatro de Pío Baroja, todavía un gran desconocido, "sepultado por el enorme peso de su obra narrativa"
En conclusión, una cuidadísima edición con algunas ilustraciones de Julio Caro Baroja y fotografías del manuscrito original.