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La rareza de nacer sin huellas dactilares

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Es muy raro nacer sin huellas dactilares, pero puede ocurrir. Hay gente que no tiene estas huellas. Nacen sin ellas. Sus yemas de los dedos son lisas como la seda. Esta condición se llama adermatoglifia. Un equipo de científicos israelíes ha descubierto la causa

Los científicos han descubierto que se produce por una mutación en un gen, el SMARCAD1.

Los investigadores pertenecen al Centro Médico de Tel Aviv Sourasky y para averiguar este misterio han estudiado el ADN de los integrantes de una familia suiza que desde hace generaciones nacen sin huellas dactilares en las manos y los pies y también con menos glándulas sudoríparas de lo normal.

Han descubierto así que un defecto en este gen altera la formación de las huellas dactilares pero poco más saben de él. Es lo que quieren averiguar ahora, en qué otros procesos interviene este gen.

Solo hay tres familias en el mundo que nazcan sin huellas dactilares

Solo se conocen tres familias en el mundo que tengan este problema. Y en efecto es un problema, porque no tener huellas dactilares es un trastorno a la hora de viajar.

Únicas e irrepetibles

Las huellas son nuestro carnet de identidad. Son únicas e irrepetibles. Comienzan a formarse entre el cuarto y quinto mes de embarazo

y no hay dos huellas dactilares iguales.

Ni siquiera los gemelos monocigóticos, los que son geneticamente iguales, tienen las huellas iguales. Aunque sean clones no las tienen iguales.

Esto es así porque la formación de las huellas dactilares está influida por cosas muy concretas y aleatorias, que suceden dentro del útero, como los golpecitos que el bebé se de en los dedos, la nutrición, la presión sanguínea, entre otros.

Así que los gemelos nacen siempre con las huellas distintas.

Las huellas dactilares nos sirven para identificarnos, pero su función biológica es otra. Tenemos huellas dactilares para sentir las texturas finas u objetos minúsculos sobre una superficie.

Sirven para percibir objetos pequeños

En concreto, los objetos con un tamaño menor a 200 micrómetros, o lo que es lo mismo, del grosor de un pelo. Cuando recorremos con nuestros dedos alguna superficie, las crestas y los valles de las huellas dactilares vibran.

Pueden percibir objetos de tamaño menor a 200 micrómetros

Esas vibraciones (de frecuencias muy concretas) son información que debe llegar a nuestro cerebro para que seamos conscientes de ella y la podamos interpretar.

Esas frecuencias concretas son detectadas por unos nervios llamados 'corpúsculos de Pacini', que se encuentran en la piel, sobre todo de las manos y los pies.

Estos corpúsculos están conectados a las neuronas. Son los que envían la información a nuestro encéfalo. Sin huellas dactilares no podríamos sentir por ejemplo, la suavidad de la piel de otra persona.