La revolución del nylon
- El nylon fue una revolución en el mundo textil del Siglo XX
- Es capaz de reorientar las moléculas de polímero
- Se descubrió mientras unos científicos 'jugaban' en el laboratorio
Ciencia al cuboEl nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55
El nylon es una de las fibras sintéticas más importantes y su síntesis supuso una auténtica revolución en la industria textil.
Se presentó con aires de espectacularidad en la Feria Mundial de Nueva York en 1939 como la seda sintética fabricada con carbón, aire y agua. Al lado del producto, una curvilínea modelo situada en un tubo de ensayo gigante lucía como sólo ella sabía unas medias fabricadas con el novedoso material.
Unos meses después, estas medias fueron puestas a la venta por primera vez. La respuesta del público fue apabullante. Se vendieron cuatro millones de pares de medias en las cinco primeras horas.
Poco después, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, muchísimas de las mujeres que se habían hecho con medias fabricadas con nylon las donaron al ejército de forma voluntaria para la fabricación de paracaídas y cuerdas para los barcos.
Mientras jugaban en el laboratorio
Pero todo comenzó cuando el brillantísimo químico orgánico Wallace Hume Carothers fue requerido por la compañía Du Pont para dirigir un nuevo proyecto de investigación para producir materiales sintéticos con propiedades parecidas a los polímeros naturales, tales como la celulosa, el caucho o la seda.
A pesar del tesón y la inteligencia del equipo investigador, en 1934 no había conseguido producir una fibra sintética similar a la seda. Pero la suerte quiso que antes de tirar la toalla se produjera un accidente muy fructífero cuando los compañeros de Carothers estaban haciendo el ganso en el laboratorio aprovechando su ausencia.
Los investigadores estaban jugueteando con los materiales que habían sintetizado. En ese momento estaban centrando la investigación en los poliésteres y habían desechado las poliamiadas, es decir, compuestos como el nylon.
Uno de los integrantes del equipo, Julian Hill, se puso a remover una bola de un poliéster en un vaso de precipitados. Observó que el compuesto se quedaba pegado a la varilla de cristal con la que lo removía.
También se fijó en que si la estiraba en frío adquiría una apariencia sedosa. Y que se podía estirar y estirar y no se rompía. Así que, decidió probar hasta dónde podía estirarse aquella bola de polímero sin romperse.
“El nylon puede reorientar las moléculas de polímero de forma que queden paralelas y formen puentes de oxígeno“
Julian cogió un extremo de la bola y otro investigador tomó con la mano la varilla de cristal con la bola pegada y bajó corriendo por las escaleras hasta el vestíbulo. El polímero no se rompió y formó una larga cuerda.
Fue entonces, cuando estos científicos se dieron cuenta de que este compuesto tenía la capacidad de reorientar las moléculas de polímero de forma que se colocaban paralelas y formaban puentes de hidrógeno, que son enlaces producidos por la atracción electrostática de un polo negativo (el oxígeno) y uno positivo (el hidrógeno). Esto incrementa en gran medida a resistencia del material.
Como colofón decidieron utilizar las muestras de poliamidas que habían desechado para comprobar si disfrutaban de esta misma capacidad de reordenación molecular.
Y así fue, y eran mucho más manejables en el laboratorio por su elevado punto de ebullición y así se convirtieron en la revolución textil del siglo XX.
CIENCIA AL CUBO
SUSCRÍBETE al podcast de Ciencia al Cubo, el programa sobre Ciencia de América Valenzuela en Radio 5.