Cristina Fernández o cómo mantener vivo el 'kirchnerismo' durante doce años
- La muerte de su marido, el impulso definitivo a su carrera política
- La oposición critica el hermetismo que rodea a sus planes de futuro
- La victoria de la actual presidenta se da por hecha
Eran el equipo perfecto. Él delegó la presidencia en ella y tomaría el relevo, de nuevo, en 2011. Pero el destino truncó estos planes en octubre de 2010 cuando, repentinamente, Néstor Kirchner muere de un infarto. Desde entonces, vestida con un riguroso luto que no ha abandonado en ningún momento, Cristina Fernández ha sido capaz de superar las expectativas de los que predijeron que sin él no sería capaz de repetir como presidencia.
Las urnas no han dicho lo mismo, los arrolladores resultados obtenidos en las primarias del pasado mes de agosto (obtuvo el 50% de los votos) es muy probable que se repitan este domingo en las elecciones presidenciales que celebra Argentina. Así, parece que el 'kirchnerismo' aguantará más tiempo en lo que muchos argentinos llaman la “borrachera” del poder tras 12 años de gobierno, el periodo más extenso desde que regresara la democracia al país en el año 1983.
Durante esa década es cierto que las circunstancias han cambiado. Cuando Néstor Kirchner gana las elecciones presidenciales en el año 2003 tiene un panorama complicado: un país sumido en una difícil situación económica y, además, debe demostrar su valía para el cargo, al que accede tras la renuncia a ir a una segunda vuelta del por aquel entonces presidente Carlos Menen.
En ese momento se convierte en primera dama y adquiere un mayor protagonismo en la vida pública. Ejerce un importante papel en el Senado y se convierte en una férrea defensora de los derechos humanos y del rol político de las mujeres, no solo en Argentina, sino también en América Latina. Ya entonces se habla de cómo su figura influye en las decisiones políticas de su marido, el presidente.
Antes de ese 2003, el matrimonio Kirchner ya era un tándem. De hecho su historia de amor está ligada a la política ya que ambos se conocen en 1974 cuando él militaba en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional y ella en la Juventud Peronista de su barrio. Tras seis meses de noviazgo se casaron.
Cristina, que nace el 19 de febrero de 1953 en la ciudad de La Plata, donde estudió derecho, también tuvo una inmersión en la política en el seno de su familia que, además, se encontraba dividida: su padre era abiertamente antiperonista, al contrario que su madre.
Así se forja una personalidad que la mayoría de los medios califican de “fuerte”. Sin embargo, pese a que así lo afirman, ella tendrá que demostrarlo constantemente.
“No puedo hacerlo sola, necesito ayuda”, reconoció tras la muerte de su marido. Pero esa aparente debilidad la ha demostrado solo en lo que atañe al recuerdo de Néstor Kirchner, al que ha demostrado plena fidelidad en lo que al modo de gobernar Argentina atañe.
Eso sí, también ha buscado un tono más conciliador en su forma de gobernar y así, en un año, ha sido capaz de lograr un respaldo pleno entre los argentinos pese a que la inflación y la crisis europea sean los temas que más les preocupen y la oposición le recrimine el hermetismo que rodea a sus planes futuros para gobernar, especialmente en lo económico.
Ella se ha limitado a resaltar el buen momento económico de Argentina, que es en la actualidad el país de América Latina con más crecimiento.
Pero su popularidad no siempre ha sido así. Cuando asciende al poder, en el año 2007, asegura que Argentina debe gobernarse con “mucha fuerza, coraje y valor”. Ella es la encargada para afianzar la “marca –K” pero las circunstancias harán que su popularidad en los primeros años roce mínimos tales como los que en la actualidad tiene el presidente chileno, Sebastián Piñera.
El detonante fue, solo tres meses después de asumir la presidencia, en marzo de 2008, el extenso paro en el sector rural. Pero supo gestionar la crisis así como la incertidumbre que rodeaba a la economía del país y así dio estabilidad a su cargo.
Sin embargo, lo que realmente le ha encumbrado según la mayoría ha sido la muerte de su marido, con la que ha dejado ver su personalidad.
"La muerte de Néstor Kirchner rescató a Cristina. Y eso es más importante que el buen desempeño de la economía. La muerte de Néstor Kirchner se llevó ese pasivo a la tumba. La gente descubrió a Cristina, quien hizo una corrección implícita de las cosas que le criticaban al líder ausente y con ello pasó a ocupar un lugar central en la crisis de liderazgo que hay en el país”, explica a la BBC Marcos Novaro, director de Centro de Investigaciones Políticas y profesor de Liderazgo y Opinión Pública de la Universidad de Buenos Aire.
De este modo, Cristina Fernández de Kirchner ha sido capaz de mantener la escencia del legado de su marido: el haber logrado una Argentina que confía en sí misma pero también se ha reinventado a sí misma. Ahora, tras su casi segura reelección deberá demostrar, de nuevo, su fortaleza y salir al paso de los retos y dificultades que desde la oposición auguran.