¿Por qué 'parpadean' las estrellas?
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Cuando miramos las estrellas en el cielo nocturno vemos que tililan. Parece que parpadean como un faro emitiendo luz de manera intermitente. Es todo producto de un efecto óptico. Las perturbaciones de la atmósfera producen el 'temblor' de las estrellas. Las estrellas no dejan de emitir luz en ningún momento.
La luz que emiten las estrellas viaja años luz hasta llegar a la Tierra. Antes de alcanzar nuestros ojos pasa por la atmósfera. Esta es un fluido no homogéneo. Sufre variaciones de temperatura, presión y concentración de sustancias, como por ejemplo, vapor de agua o partículas en suspensión.
Estas irregularidades afectan a la imagen, que tiembla y pierde definición. Así, cuanto menor es el espesor de la atmósfera atravesada, menos son las perturbaciones y más débil es el centelleo.
“Los astronautas en el espacio son los únicos que pueden ver las estrellas en su esplendor“
El cielo de la ciudad también dificulta la observación y contribuye al parpadeo de las estrellas. Las incontables farolas, faros de automóviles y luces de las viviendas borran directamente las estrellas del cielo. Y en los lugares donde se ven, el aire está muy cargado de partículas contaminantes que dispersan la luz.
La atmósfera también afecta a la observación de objetos que están mucho más cerca que las estrellas, como la Luna, pero como se ven más grandes la distorsión se disimula.
Los astronautas en el espacio son los únicos que pueden ver las estrellas en su esplendor porque allí no hay atmósfera que distorsione su luz.
Amplia gama de color
Las estrellas no solo tililan, también tienen color. Los astrónomos las clasifican según su color. Este es un indicativo de la temperatura aproximada que hay en su superficie.
Las estrellas más frías son rojas (con unos 2800 ºC) y las más calientes son azules (aproximadamente 20000 ºC). El Sol es amarilla y su temperatura ronda los 5500 ºC.
La paradoja del cielo negro
Entre las estrellas el cielo se ve negro. Esta observación refleja una paradoja planteada en 1822 por el médico alemán aficionado a la astronomía Heinrich Olbers.
En resumidas cuentas dice que si el Universo es infinito y está lleno de estrellas de manera homogénea debería brillar por igual por todas partes porque en cualquier dirección nuestra mirada encontraría una estrella.
Hasta el siglo XX no se solucionó la paradoja de la mano de la teoría de la relatividad de Einstein. El cielo negro corresponde al momento en el que aún no existían las estrellas y el Universo estaba formado por partículas y radiación a elevadísima temperatura.
Y aunque en ese momento hubiera luz visible, las ondas no nos llegan así, si no se transformada en ondas de menor energía, las microondas. Es la conocida radiación de fondo. Sucede porque el Universo de expande, es decir, la materia se mueve alejándose de nosotros.