¿Por qué nos enamoramos?
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PREGUNTA: ¿Por qué nos enamoramos? ¿Por qué existe el amor a primera vista? Cuando de repente ves a una persona y te atrae, ¿qué sucede dentro de nuestro cerebro? ROSA MARTÍNEZ
Conoces a alguien, cruzas algunas miradas y conversas un poco. Suficiente para que salten chispas y la atracción sea irrefrenable. La química del amor ha empezado a hacer de las suyas y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. Empieza así la locura del enamoramiento.
Los psicólogos apuntan que para enamorarse es imprescindible estar dispuesto a que suceda. También que es más probable enamorarse de una persona con tu mismo nivel social, el mismo nivel de inteligencia, los mismos valores y aficiones, y con ciertas cualidades físicas, pero no han averiguado cuál es la combinación de personalidades que forman una buena pareja.
“La química del amor ha empezado y no hay nada que hacer para poder evitarlo“
Los neurocientíficos expertos en el enamoramiento han buscado las razones en la biología. Apuntan como causa de la atracción entre dos personas a una combinación muy concreta de hormonas en nuestro cerebro que altera su funcionamiento habitual. Lo llaman el 'colocón del enamorado'.
En los años ochenta despegó el estudio de la bioquímica del amor de la mano de Helen Fisher, de la Universidad Rutgers en Nueva Jersey.
Fisher ha realizado multitud de investigaciones al respecto y ha descubierto que cuando nos enamoramos de alguien aumentan las concentraciones de la dopamina y la norepinefrina y disminuyen los de la serotonina.
Esta combinación se asemeja a la que produce algunas enfermedades mentales, como el trastorno obsesivo compulsivo o las adicciones.
La locura del amor romántico
Fisher ha observado también que en los enamorados aumenta la actividad en una zona del cerebro llamada área tegmental ventral, que forma parte del sistema de recompensa.
Detectó gran actividad en unas células que sintetizan dopamina, sustancia relacionada con la plenitud, la euforia, los cambios de humor y también con la motivación para conseguir un objetivo en concreto.
Esta parte del cerebro está en el llamado 'cerebro reptiliano', el más básico, el que tiene que ver con las conductas más impulsivas de supervivencia, como comer, beber, la regulación de la temperatura corporal, el sexo, la territorialidad o la necesidad de cobijo y protección.
Así, el amor romántico es una necesidad, una urgencia, como comer o beber, y es casi imposible evitarlo.
“El amor romántico es una necesidad, una urgencia, como comer o beber, y es casi imposible evitarlo“
"El amor romántico es una obsesión, nos posee, y nos hace perder nuestro sentido del yo, no puedes para de pensar en la otra persona, sientes ansiedad cuando no tienes a esa persona y cada vez necesitas verla más”, explica en una charla del TED.
Tiene gran culpa de esa situación la combinación de norepinefrina y dopamina. Se encargan de ayudarnos a focalizar nuestra atención sobre algo en concreto (la persona amada) y de recordar con detalle estímulos nuevos para aprender (los ratos que hemos pasado con esa persona, que no conocemos demasiado). Por su parte, los bajos niveles de serotonina nos abocan a un pensamiento obsesivo y repetitivo.
Consecuencias del rechazo
Y la obsesión puede ser peor cuando te rechazan. Ante la adversidad, la producción de dopamina se dispara para lograr el objetivo.
"En vez de seguir con tu vida y olvidarte de esta persona, la amas más intensamente que antes", comenta con humor. "Es una adicción, una maravillosa adicción cuando todo va bien y una horrorosa adicción cuando las cosas no marchan bien", asegura.
“En vez de olvidarte de esa persona, la amas más intesamente, es una horrorosa adicción“
Durante el enamoramiento también se activa una parte del cerebro relacionada con el cálculo de las ganancias y las pérdidas. Es la misma parte del cerebro que trabaja cuando debemos tomar una decisión que implica grandes riesgos para conseguir ganar o perder muchísimo. Y la tercera zona que se activa está relacionada con el sentimiento de fuerte vínculo con alguien.
No existe ninguna cultura que no sienta el deseo, la pasión, la atracción sexual y la ansiedad propios del amor romántico. Parece, por lo tanto, que es inevitable y no hay escapatoria. No nos queda más remedio que rendirnos ante él y en la medida de lo posible, disfrutar.