Los republicanos se pierden en la paradoja latina
- Los candidatos republicanos se vuelcan en este colectivo tras ignorarlos
- Son claves en las próximas citas: Florida, Nevada y Colorado
- Los hispanos con derecho a voto en 2012 serán 21 millones, el récord absoluto
- Están decepcionados con Obama por el número récord de deportaciones
- Sin embargo, lo prefieren ante la retórica antiinmigración de los republicanos
El número de deportaciones de inmigrantes ilegales -más de un 90% de ellos latinos- se ha disparado un 30% respecto a la era de Bush. El desempleo azota especialmente a la población hispana. El presidente Obama ha sido incapaz de cumplir su promesa de una reforma migratoria.
Resultado: Solo un 54% de los hispanos aprueban la forma en que Obama está dirigiendo el país (un 9% menos que hace un año), con una bajada de hasta veinte puntos entre los jóvenes latinos, los más fervorosos partidarios del líder demócrata en 2008.
En el otro lado, los republicanos tienen lazos ideológicos naturales con los latinos: son religiosos, apoyan los valores familiares, impuestos bajos, la lucha contra la delincuencia y se oponen firmemente al matrimonio homosexual.
Sin embargo, el Pew Hispanic Center, el think tank más reputado en la investigación de la comunidad latina, desvelaba en un estudio reciente que la diferencia entre Obama y el favorito para la carrera republicana, Mitt Romney, era de 45 puntos: mientras un 68% de los votantes latinos registrados prefieren a Obama y el 23% a Romney.
Desventaja abismal
Esta ventaja es aún mayor que la que consiguió Obama hace cuatro años sobre John McCain, que obtuvo un 31% frente al 67% del actual inquilino de la Casa Blanca.
La cifra no es aislada: un sondeo de la organización Latin Decisions para Univisión, el principal medio de comunicación hispano de EE.UU., señalaba que Obama ganaría en el voto latino a Romney por 67 a 25, una cifra que aumentaría en el caso del otro gran favorito republicano, Newt Gingrich, a 70 contra 22, casi 50 puntos de diferencia.
A esto hay que sumarle un dato que puede ser letal para los republicanos: los latinos son el grupo de votantes que crece más rápidamente y se espera que en 2012 lleguen a los 21,7 millones de votantes, récord absoluto y 2,2 millones más que en los comicios de 2008.
En concreto, el voto de los latinos puede ser clave en estados cambiantes que pueden desequilibrar las elecciones como Florida, Colorado, Nevada, Arizona o Nuevo México, donde son de largo la mayoría más importante.
Así las cosas, como señalaba recientemente Ruy Teixeira, del Center of American Progress, al lanzar la retórica antinmigración demasiado pronto los republicanos pueden haber estado cavando su propia tumba de cara a las presidenciales.
La inmigración, a escena
Tras pasar por tres estados en los que la población latina era mínima, la llegada a Florida, que cuenta con un 22% de población latina y el mayor colectivo de votantes republicanos latinos -concentrados en la comunidad cubana del condado de Miami-Dade- ha hecho que el tema de la inmigración haya llegado para quedase.
La próxima cita tras Florida es Nevada, donde los latinos representan el 26% de la población y en 2008 ayudaron a Obama a hacerse con el estado con un apoyo masivo del 78%.
En la misma situación se encuentran Colorado, con las primarias el 7 de febrero y con un 20% de población hispana, y Arizona, que elige a su candidato favorito el día 28 y cuenta con un 30% de población hispana.
Sin embargo, las respuestas que hasta ahora han ofrecido los candidatos al problema de la inmigración es, cuando menos, pobre.
La idea básica con la que parte Romney es la de la "autodeportación", que no consiste en otra cosa que perseguir a los inmigrantes ilegales hasta el punto de no permitir que sean contratados por las empresas o vetarle el acceso a sus hijos a la educación.
De esta forma, según Romney siguiendo a su asesor de cabecera, Mark Krikorian, a los ilegales no les quedaría otra cosa que marcharse por su propio pie.
El resultado de esta política son las restrictivas leyes de Arizona y Alabama, de las que Kikorian es arquitecto y que tienen un rechazo radical dentro de la comunidad latina, incluso dentro de los republicanos latinos.
Romney, el "antiinmigración"
Un ejemplo: el grupo Somos Republicans, organización de base de republicanos latinos, ha decidido apoyar a Newt Gingrich y hace campaña por él a nivel nacional.
"Romney está cometiendo un suicidio político", declaraba DeeDee Garcia Blase, fundadora del grupo y que renunció a su militancia en el Partido Republicano en Arizona por la polémica ley aprobada por la gobernadora Jane Brewer.
El problema para Romney está ahí y se lo planteaba directamente Juan Williams, moderador de uno de los debates en Florida. "Adoptando la línea más dura que cualquiera en este momento de la elección en las reforma migratoria, ¿no está alienando a los votantes latinos que necesitará en las elecciones presidenciales?".
Lo cierto es que Romney ha querido compensar su moderación en otros ámbitos con el enfoque más "antiinmigración" de todos los candidatos, aunque a su vez ha difundido un vídeo que sus detractores ha calificado como "hipócrita", ya que aparece su hijo Craig hablando en castellano mientras que él se opuso a la educación bilingüe cuando era gobernador en Massachussets.
Sobre esta debilidad de Romney se ha lanzado su principal rival, Newt Gingrich, consciente de que precisamente él es el que tiene una posición más moderada en este aspecto.
Su moderación no se basa en una profunda reforma de la inmigración ni en regularizar a los que ya están en Estados Unidos: se limita a dar la ciudadanía a los 'abuelitos y 'abuelitas' que llevan 20 o 25 años en el país de manera ilegal, una ínfima parte del total.
En realidad, ni Gingrich se libra de la antipatía de los latinos. En unas polémicas declaraciones de 2008, llegó a decir que el español es el lenguaje del ghetto, algo de lo que posteriormente ha tenido que disculparse.
Además, el expresidente de la Cámara de Representantes se ha pasado de vueltas. Un anuncio reciente en la radio llegó a acusar a Romney de usar frases castristas y de ser antiinmigrante, algo que le ha costado caro.
Marco Rubio, ¿la respuesta?
El senador Marco Rubio, el mirlo blanco del Partido Republicano para conquistar a la comunidad latina, lo ha calificado de "inexacto, inflamatorio e impropio de esta campaña".
Como respuesta, Gingrich ha retirado la campaña, consciente de que, al menos en esta fase de la campaña, el tener el favor de Rubio -que muchos consideran un candidato a vicepresidente en potencia- es fundamental.
Pero Rubio puede que no sea la respuesta que necesitan ambos candidatos por dos razones.
La primera, de índole meramente personal, son sus problemas económicos. Pese a convertirse en un 'campeón' de la lucha contra el déficit y el endeudamiento como buen partidario del tea Party, se ha descubierto que él mismo está endeudado hasta las cejas.
Rubio, senador por Florida, forma parte del grupo de ciudadanos de su propio estado -en torno a un 40% que debe más por su casa de lo que éstas valen realmente debido al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, lo que ha hecho que incluso algunos meses haya tenido problemas para pagar su hipoteca.
En el otro lado, y más grave todavía, los latinos conocen poco a Rubio, que ha votado en el Senado contra temas como la Dream Act, se ha mostrado partidario de la ley de Arizona e incluso ha votado en contra de la confirmación de Sonia Sotomayor como jueza del Tribunal Supremo, la primera latina en acceder a ese puesto.
Razones para el rechazo
La desconfianza trasciende de uno u otro candidato: se extiende a todo el Partido Republicano. Según Pew, un 45% de los hispanos considera que el Partido Demócrata se preocupa más por su colectivo frente a un 12% que cree eso de los republicanos.
Los datos de identificación partidista son mucho peores para el partido del elefante: mientras que un 67% se identifica con los demócratas, apenas un 20% lo hace con los republicanos.
Mientras, una encuesta de Latin Decisions del pasado mes de diciembre iba más allá: según un sondeo a 500 votantes latinos registrados, un 46% de los hispanos creen que los republicanos "no se preocupan demasiado" por ellos y otro 25% que "están siendo hostiles".
Para ver las razones de este apoyo incondicional, solo hay que hacer un repaso sobre la postura del Congreso y los gobernadores republicanos sobre temas que preocupan -y mucho- a esta comunidad.
En el primer caso, la llamada Dream Act, que permite acceder a la ciudadanía a los jóvenes que se han educado en Estados Unidos y han acudido a la universidad o han servido en el ejército ha sido bloqueada por el Senado y el propio Romney ha dicho que la vetará si es elegido presidente.
En el segundo, se han establecido prohibiciones a los inmigrantes ilegales que quieren acceder a los beneficios de estudiar en la universidad de su propio estado, en algunos casos la única forma que tienen de acceder a la educación superior.
Según Pew, la Dream Act tiene el apoyo del 91% de los latinos que viven en Estados Unidos. Que los ilegales accedan a las becas que les permiten acceder a la universidad tiene el apoyo del 84% de este sector de la población.
La paradoja republicana
Es decir: los republicanos están en contra, al igual que buena parte de su electorado, en temás básicos para la comunidad latina que, paradójicamente, se presenta cada vez más como la clave para destronar a Obama por su decepción con el presidente en temas como la economía o las deportaciones.
"La mayoría de los republicanos son conscientes del problema, y creo que Romney es muy cornciente de la necesidad de los republicanos de hacerlo bien en este segmento del electroado, pero es un equilibrio difícil. Por un lado, tus bases quieren una visión más dura en inmigración pero tambié tienes que ganar las elecciones presidenciales", apunta a la NPR el profesor de Ciencias Políticas del Claremont McKenna College de California Jack Pitney.
"Tienen un problema muy serio", resumía Matt Barreto, investigador principal de Latino Decisions.