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EL PORQUÉ DE LA CIENCIA

¿Por qué nos besamos?

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Cuando dos personas se besan se produce un intercambio de información química -mediante el olor y el gusto-, táctil y postural.
Cuando dos personas se besan se produce un intercambio de información química -mediante el olor y el gusto-, táctil y postural.

Las miradas se cruzan con los sentidos amplificados, los labios se acercan, se tocan, se entreabren y las lenguas se rozan. Con el primer beso pueden saltar chispas o puede resultar tan incómodo como un jarro de agua fría. Es decisivo. Si es satisfactorio la pareja seguirá adelante. Si no lo es, probablemente no continúen interesados el uno en el otro.

Lo ha comprobado el psicólogo Gordon G. Gallup, de la Universidad de Albany. Él ha centrado su carrera en el estudio de la competición reproductiva y las bases biológicas de la atracción entre los individuos. En 2007 realizó un estudio con más de un millar de estudiantes. La conclusión fue rotunda. La inmensa mayoría habían experimentado el influjo determinante del primer beso se habían sentido atraídos por una persona y habían dejado de estarlo tras besarse una vez.

Su hipótesis para explicar este hecho dice que cuando dos personas se besan se produce un intercambio de información química -mediante el olor y el gusto-, táctil y postural. Es posible que los besos activen funciones del cerebro, muy básicas y animales, que procesen esa información y nos indiquen si la pareja es buena desde el punto de vista reproductivo, si es compatible genéticamente y si está sana.

El varón con la saliva deposita una pequeña cantidad de testosterona que aumenta la libido de la mujer

Los hombres tienen más tendencia a iniciar besos con contacto de lengua. Una posible explicación es que el intercambio de saliva tiene consecuencias beneficiosas para el varón. “Deposita una pequeña cantidad de testosterona que administrada durante un periodo lo suficientemente largo aumenta la libido de la fémina”, señala. Para los machos el objetivo es pasar sus genes a la siguiente generación, es decir, inseminar.

Para las hembras es radicalmente distinto. “Para las mujeres la inseminación es solo el principio del proceso reproductivo”, explica el experto. Tras ello va el nacimiento de la cría, el amamantamiento, y el largo periodo de la niñez que implica dedicación a la cría durante años. Por eso, ellas a la hora de elegir no solo tienen en cuenta las cualidades físicas del macho, también si son capaces de comprometerse a largo plazo para proveer y proteger a ella y a las crías que son dependientes durante tanto tiempo.

De esta manera, las mujeres usan los besos, no solo como signo para mantener relaciones sexuales, también para evaluar el estado de la relación ya que la cantidad de besos está relacionada con la satisfacción en la relación.

El 90% de las culturas humanas conocidas se besan con fines románticos. Y las que no usan los besos, se tocan la cara, se lanzan lametazos, se restriegan las mejillas y las narices, técnicas parecidas a los besos que implican un contacto íntimo entre dos personas.

Hay más tipos de besos además del romántico. Algunos se utilizan como gesto de agradecimiento o para indicar bienvenida, otros refuerzan los vínculos entre un grupo, como la familia y demuestran cariño y protección.

Probablemente el origen del gesto tiene que ver con la maternidad. Antes de que existieran los papillas las madres masticaban la comida con su boca para transferirla a sus crías que aún no podían masticar. La evolución y el impulso de perpetuar la especie hizo el resto.