Rafael Moneo asegura que la crisis permitirá recuperar la racionalidad y evitar excesos
- Este viernes recoge el Premio Prínicipe de Asturias de las Artes
- Cree que la arquitectura se hará más "contenida" y "racional"
El pesimismo que la crisis ha trasladado a la sociedad española tendrá su reflejo en la arquitectura y llevará a concebir ciudades más contenidas en las que regresará la racionalidad tras años de exuberancia, según el arquitecto Rafael Moneo, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012.
"La crisis, por lo tanto, sí que se manifiesta en la arquitectura", ha afirmado el autor del Kursaal de San Sebastián y de la ampliación del Museo del Prado poco después de llegar a Oviedo, donde este viernes, 26 de octubre, recogerá el Premio Príncipe de Asturias de manos de don Felipe.
Dos horas después de su llegada a la capital asturiana, este reconocido arquitecto ya había visitado el centro de la ciudad, la catedral y el parque de San Francisco, lo que le ha producido "envidia" por las ciudades del tamaño y dimensión de Oviedo, que desprenden esa "sensación de vivir bien, de que la ciudad es el marco de la vida social y que se encuentra de forma inmediata".
Maestro de arquitectos y especializado en el uso de la luz como elemento constructivo para crear espacios diáfanos en sus edificios, Moneo ha destacado que después de lo que han sido los últimos veinte o veinticinco años de construcción en España, ahora se va a ir hacia una arquitectura más contenida y racional que dejará atrás esos tiempos en los que la exuberancia económica se trasladó a la esfera de la construcción.
Este creador, que acumula numerosos premios y distinciones internacionales, como el Pritzker de Arquitectura -considerado el Nobel de esta disciplina-, y al que el jurado que falló el Premio de las Artes ha reconocido su trabajo "sereno y pulcro", se ha mostrado convencido también de que, a pesar de todo, la crisis trae oportunidades.
Así, ha señalado que van a aparecer terrenos de dimensión más reducida donde los arquitectos podrán trabajar con más intensidad y que los profesionales españoles obligados a emigrar se enriquecerán con su experiencia en otros países, donde siguen siendo reconocidos.
Emigración enriquecedora
"No veo efectos perniciosos en ese refrescarse de la profesión española, en que los jóvenes emigren y vuelven después", ha señalado Moneo, para quien no es mala cosa ampliar los horizontes de trabajo en cualquier tipo de oficio en los tiempos actuales en los que la carrera profesional no debe estar limitada por el lugar en el que se ha nacido o estudiado.
El diseñador del Museo de Arte Romano de Mérida (1986) o de la estación de trenes Atocha de Madrid (1992) ha reconocido que su generación y las siguientes tuvieron la fortuna de vivir tiempos en los que se acometió mucha obra pública en este país y viviendas que les sirvieron de entrenamiento y que se tradujeron "en un amplio reconocimiento internacional de la arquitectura española".
Ese aprecio internacional, según Moneo, "no se ha perdido con la crisis" actual, porque hay muchos "inquietos arquitectos españoles ligados a la enseñanza" que ejercen dentro de nuestras fronteras, pero también en América y Centroeuropa.
Moneo, que es el quinto arquitecto galardonado con el Premio Príncipe de las Artes, ha asegurado que no entiende que los profesionales que disfrutan de un reconocimiento amplio tengan que aceptar todos los trabajos, ya que siempre queda "la opción ética de elegir".
De hecho, se ha mostrado convencido de que, a toro pasado, se puede decir "han sido equivocadas" muchas obras "presuntamente espectaculares" que se acometieron para la satisfacción de las administraciones que querían situarse a la vanguardia.
"En esto es fácil que el frenazo de la crisis nos obligue a tomar posiciones críticas que redundarán favorablemente en la arquitectura del futuro", ha afirmado Moneo antes de precisar que ahora se está apreciando cómo la arquitectura espectacular va dejando paso a otro tipo de actitudes.
En su opinión, va a costar dar marcha atrás, pero es preferible que las ciudades crezcan "recogiendo lo que crían, el humus de su tierra, que no recibiendo estas inyecciones, tantas veces forzadas, que no siempre dan lugar a injertos positivos y favorables".