Chanel muestra su lado oscuro en la alta costura de París
- Lagerfeld revisa códigos del romaticismo gótico
- El ahijado del alemán cierra el desfile junto a dos novias
- Giambattista Valli estampa pieles salvajes y abusa del negro
Temido, respetado, imitado, amado y ridiculizado a partes iguales. Karl Lagerfeld, que en septiembre cumplirá 80 años, es uno de los máximos exponentes de la moda gracias a su maestría a la hora de conjugar tradición y modernidad, pero también un artista multidisciplinar que aún tiene mucho qué añadir.
Lleva 30 años en Chanel revisando, revisitando, reinterpretando, repitiendo y homenajeando el legado de Coco. Un trabajo nada fácil que ha sabido manejar con gracia.
Para esta colección de alta costura se ha adentrado en un terreno distinto, avanzando hacia el romanticismo gótico con una propuesta y un desfile, ambientado en un bosque, que se acercan al look de la película Sleepy Hollow.
Las modelos, con unos inquietantes ojos enmarcados en negro, se han paseado con vestidos en blanco y negro, una de las tendencia clave de la temporada. Vemos diseños de patrón muy sencillo en contraste con la riqueza de la tela, y otros, ampulosos y barrocos, con distintas tejidos que ofrecen un patchwork de texturas.
Jardines de costura
Casi toda la imaginación se centra en los hombros. Todos van muy trabajados, con un volumen más moderno y distintos: con escotes que dejan ver otra tela, mangas de corte floral o cortes geométricos de carácter arquitectónico. Las prendas en tweed, estructuradas al máximo, se tiñen de gris perla para emular las gotas de rocio.
Si el capricho de la naturaleza crea una infinidad de formas de corolas, el talento de Lagerfeld idea distintas siluetas que, juntas, crean un jardín cuidado y en armonía. La camelia, símbolo de la casa, se interpreta en la joyería y en algunos vestidos tintados en blanco y negro.
Algunos exhiben un toque oriental, en especial los que llevan flores bordadas (aunque a primera vista parecen estampados) sobre fondo negro, una idea que recuerda a las cajas de laca de estilo chinoiserie.
Un broche con mensaje
Vemos vestidos rectos que llegan al tobillo o al suelo, otros que son cortos por delante y largos por detrás, y algunos con faldas abullonadas que se ciñen debajo de la rodilla. Malvas, rosas y azules noche se unen a los blancos y negros, a veces juntos para crear impactantes contrastes.
Destacan los vestidos de plumas rosas con botas de cuero negro que recuerdan a las bailarinas de Toulouse- Lautrec, y los vestidos en blanco de corte romántico que llevaban las dos modelos que han cerrado el desfile, cogidas de la mano de Hudson Kroenig ( hijo del top Brad Kroenig y ahijado del diseñador, que ha desfilado varias veces para Chanel). Una imagen que es toda una manifestación de apoyo al proyecto de ley de Hollande para aprobar el matrimonio y la adopción homosexual.
Un italiano en París
Parece que los diseñadores le han cogido el gusto a las flores. Giambattista Valli también las borda, imprime y aplica a sus vestidos, como viene siendo habitual en sus colecciones. Esta, sin embargo, se adentra en terrenos más oscuros. Si antes veíamos diseños de formas orgánicas en tonos rosa, coral, esmeralda y aguamarina, ahora apuesta por creaciones en negro, a veces dulcificadas con manchas blancas.
Valli introduce estampados salvajes de cebra, cocodrilo y leopardo que contrastan con la delicadeza de las flores. Pero no es el único contraste ya que vemos minivestidos y chaquetas muy estructurados que se ciñen a la cintura.
El pantalón, como ocurre en Dior y Chanel, sube posiciones en la alta costura, y Valli lo combina con bustiers de escote palabra de honor y faldas drapeadas con cola que se recogen en la cintura como en un acto improvisado.