La NASA completa con éxito la primera prueba de repostaje de un satélite en el espacio
- El combustible es el principal factor limitador de la vida útil de un satélite
- Se podrían ahorrar miles de millones si fuera posible repostarlos en órbita
- También hay empresas privadas que desarrollan sistemas de repostaje
Desde hace ya algunos años el factor que limita la vida útil de los satélites artificiales es cada vez más la cantidad de combustible que pueden llevar a bordo para mantener su órbita o para maniobrar y apuntar hacia donde se les ordena.
Por eso, desde hace algún tiempo se está hablando mucho de la posibilidad de poder volver a cargar combustible en estos satélites, algo para lo que hay varios proyectos en marcha, y que acaba de ver su primera demostración práctica con el éxito de la Robotic Refueling Mission de la NASA.
Esta comenzó en 2011 con el lanzamiento a bordo del transbordador espacial Atlantis de un módulo que incluía componentes como los utilizados en los sistemas de propulsión de satélites que están en órbita, módulo que fue instalado en el exterior de la Estación Espacial Internacional y dejado expuesto a las condiciones del espacio durante aproximadamente un año y medio para que estos componentes "maduraran".
Una vez terminado el proceso de aclimatación los técnicos de la misión utilizaron Dextre, el Manipulador diestro de propósito especial, que es un componente del brazo robot de la Estación diseñado para llevar a cabo manipulaciones delicadas, y que se podría considerar algo así como la mano del brazo robot, para intentar acceder a las tripas de módulo de la RRM.
Para ello contaban con cuatro herramientas diseñadas especialmente para ser utilizadas por Dextre que son capaces de cortar y manipular alambres, desenroscar tapas, abrir y cerrar válvulas, y transferir fluidos. Y trabajando cuidadosamente, paso a paso, consiguieron recargar combustible en la tripas del módulo de la misión, aún cuando este imita sistemas de combustible que nunca fueron pensados para ser recargados.
Aún faltan años para que esto sea posible en una misión real, pero ya no es tan descabellado pensar en satélites-taller capaces de aproximarse a otros que necesiten repostar para llenar de nuevo sus depósitos.
Y si estos satélites en el futuro se diseñan de tal forma que sus componentes internos puedan ser reemplazados, también es perfectamente posible que se puedan hacer reparaciones o cambios de componentes en órbita, igual que hicieron los tripulantes del Atlantis con el telescopio espacial Hubble en la misión STS-125.
Las cinco R
La NASA tiene como objetivo que estos futuros satélites taller puedan ofrecer las cinco R, de las palabras en inglés para repostaje, reposicionamiento, inspección remota, reemplazo de componentes, y reparación.
Así, en el futuro muchos satélites en perfectas condiciones de funcionamiento ya no tendrán que ser colocados en una órbita de aparcamiento o dejados caer en la atmósfera para su destrucción antes de que se queden sin combustible para no convertirse en un peligro para otros satélites y naves espaciales.
De hecho la NASA calcula que sólo en órbita geoestacionaria hay ahora mismo 149 satélites propiedad del gobierno de los Estados Unidos y 275 propiedad de empresas privadas que podrían beneficiarse en un momento dado de la visita de uno de estos satélite taller.
Y claro, los propios satélites taller a su vez podrían recibir mantenimiento de otros satélites taller, con lo que se haría un uso más racional de recursos caros y que es un desperdicio tener que dejar de usar ahora que sus componentes pueden resistir años y años en el espacio.